miércoles, 11 de septiembre de 2013

El atardecer antes de la tormenta.

Fotos de Guillermo Chaves Hernández. Playa Naranjo, Costa Rica.


Esta es la danza de la vida en la tierra; la misma del movimiento en los remansos latentes de los elementos. Balance inabarcable de alas que se agitan para mover el viento y agitar el corazón. 





Ritmos del firmamento en expansión, de los cuales la alquimia apenas descifra su grandeza y si acaso reconoce algunos de sus reinos cristalinos. Singular creación que nace, muere y renace, casi toda agua, en gran parte aire…toda luz.





Escucharla conmueve y hace propio el camino de retorno.  La pretérita romanza se refiere al rumbo de donde vinimos y del que ya no nos acordamos.  Algo se renueva y se expande sin una pauta reconocible, pero qué importa!


 


Hagamos serena su esencia y volvamos. Seamos uno con sus ofrecimientos, naciente cristalina. Lo nuevo emerge agitando sus alas para purificar el silencio. Su himno es libre y soberano, sabio y manifiesto.






Observo su melodía y me reflejo en lo que es. Me reconozco como la culminación de un camino. Disfruto por solo el hecho de imaginar contemplarla como un iluminado. Lo tierno ya emergió y lo respiro para que culmine unificada.






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