Foto de Aida Chaves de Yiyi.
Poco se habla de las mascotas cuando nos referimos a lo que
acontece en el paisaje. Ya sea urbano o rural, siempre están allí porque son
parte de nuestras familias, de la sociedad en su conjunto. Ocupan un espacio pequeño a nivel físico, y
más grande en nuestras mentes y corazones. A algunos les incomoda su existencia
pero es porque ignoran los grandes beneficios a la psique y salud en general
que logran con solo compartirnos sanamente.
Del espacio público casi siempre el debate se centra en como manejar sus necesidades. De ellos somos totalmente responsables nosotros. Ahora voy a referirme a lo que aportan a nivel energético, sí, porque son nuestros amigos, capaces de ofrecernos abundancia infinita de amor y compasión.
Les sugiero volver a ver a sus mascotas desde este otro
punto de vista; son seres con una misión especial. Los que cuidan sus mascotas
pueden dar fe de cambios positivos en sus vidas, que se dan por la afinidad y
afecto de estos seres sencillos, sus gestos humildes y la increíble lealtad que
son capaces de demostrar.
Los perros y los gatos, sobre todo, llegaron para enseñarnos a abrirnos a la compasión. Ellos nos buscaron primero para hacer un pacto de amistad entre almas, (si, ellos tienen alma). Nos demuestran y enseñan a vivir el amor incondicional desde su ternura, especialmente a quienes nos urge abrir el corazón al perdón y a quienes el drama de la vida nos atrapa y sumerge en regiones oscuras.
Cada vez es más evidente que hay una gran fuerza que nos une
desde hace miles de años. Parece que tenemos un acuerdo tácito de unión, un “pacto
de compenetración” que es ese convenio de almas, que tejimos seres humanos y mascotas
para evolucionar juntos. Que también nos han ayudado al expandir nuestros
horizontes emocionales y transmutar vibraciones negativas y sus efectos; como la
depresión, la desesperanza o el sufrimiento.
El perro es un pionero
de nuestra sanación interior.
Muchos de los que tenemos perros experimentamos una de las
formas de devoción amorosa y fraternal lealtad más refinadas que hay para la
humanidad. Son aventurados pioneros que les toca sensibilizar las fibras más recónditas de nuestra
vulnerabilidad. Es un ser que en cierta forma nos completa.
No exagero en lo que digo, y aunque en apariencia creemos
que nosotros escogimos al perro para que viviera y nos acompañara, fue él el
que escogió acercarse a nosotros. Nos eligieron para cooperar y sobrevivir
juntos, llegaron a entender nuestra misma sintonía emocional. Ellos ataron su
energía a la del ser humano a un nivel en que se volvió casi una sola. El vínculo
humano-perro que se ha desarrollado desde hace miles de años es más profundo y hay
una compenetración más compleja de lo que se cree. Escogieron ser parte de nuestras
familias e integrantes de la manada humana. Su principal regocijo es la sola
existencia de sus seres amados porque tienen la misión de enseñarnos los
alcances posibles del amor incondicional y la compasión.
Si revisamos la historia de la convivencia humana con los
perros, vamos a encontrar que entre la humanidad y los perros forjamos una
sólida alianza para enfrentarnos a los desafíos de la supervivencia. Hemos
coevolucionado por miles de años y nuestra misión actual es mostrarles el
camino para que sigan evolucionando y ascendamos espiritualmente juntos. Un
ejemplo de cómo ambas especies, el ser humanos y los perros nos hemos
autoadaptado uno a otro es que, por ejemplo; la habilidad del habla de nosotros
fue una consecuencia de la asociación prehistórica con los perros, que olían
por el hombre primitivo. Al asumir los perros este rol de detección de olores
tenues, los primeros humanos ya no necesitaríamos de las de estructuras
faciales para este propósito; los lóbulos olfatorios, lo que nos permitió
desarrollar rasgos faciales más flexibles y capaces de producir sonidos más
complejos. Incluso en los humanos se redujo el mesencéfalo, que controla las
emociones y la información sensorial. Del perro se sabe que hubo una rotación
del cerebro y el posicionamiento del lóbulo olfativo.
Si esto sucedió con la evolución de las percepciones y
características físicas humanas y perrunas ahora imaginen lo que significó la
simbiosis hombre-perro para la evolución cerebral de las dos especies. Lo que
era de prever, que humanos y perros nos especializamos sin competir. En cuanto
al perro, con mucho más impacto en su forma corporal dada la plasticidad en el
genoma canino. Se convirtieron en un buen reflejo de lo que somos como compañeros
en el devenir de la vida, e incluso del nivel cultural y económico que hemos logrado alcanzar cada cultura. Hemos aprendido de muchas maneras a comprendernos
y colaborar.
Los perros pueden captar las emociones con solo observar las
caras humanas. El perro tiene cuarenta veces más células olfativas, y superan
por cerca de un millón de veces al olfato humano. Detectan hasta los cambios
químicos corporales, especialmente si hay estrés, ansiedad, dolor o enfermedad.
Tienen la notable capacidad para adivinar nuestras intenciones. Nos brindan
muestras de empatía cuando atravesamos momentos emocionales difíciles,
acrecientan su vínculo afectivo y cercanía emocional. Su extraordinario
poder olfativo y audición es capaz de percibir hasta las sutilezas de nuestro estado de
ánimo.
Esto es difícil de comprender por ahora, pero tengo que
introducirlo para que se entienda en un contexto mayor; “hay unas dimensiones
profundas del yo animal que son parte de la mente colectiva grupal de la
especie entera”. Esto lo expresó un miembro del Reino Feérico y debe entenderse
que los perros y las demás mascotas tienen una misión dentro del Plan Divino.
Ellos atan su energía áurica a la del ser humano, generando una empatía
transespecie que involucra a las mascotas con la evolución del Alma humana y
del propósito de la humanidad en su conjunto. Este ángel también indica que las
mascotas están directamente involucradas en la evolución de la raza humana y de
su paso a una consciencia planetaria que está ascendiendo a otro nivel. Ellos
tiene la misión de proceder como “benévolos asistentes dadores de energía” para
compensar a quienes se tuvieron que embeber densamente en el Plano Terrenal, pero
que ahora tratan de recordar cuál es la verdadera naturaleza de la evolución
humana.
Un perro nos muestra una gran dedicación, extrema lealtad y un
amor incondicional. Esto es lo que recibimos; energías sanadoras y una
compresión increíble en resonancia directa de nuestro campo emocional. Mejoran
y equilibran nuestros sentimientos y bloqueos emocionales.
Debe comprenderse que entre el perro y el ser humano hay una
fusión única y que ahora además, es un fragmento de la consciencia total. Lo
que sucedió es que a través de ellos se despertó el flujo afectivo y la fuerza
vital necesarias para expandir el campo de nuestra consciencia emocional. Ellos se pasan
proyectando frecuencias vibratorias benéficas con solo los vórtices energéticos
que dibujan cuando hacen giros de alegría y mueven su colita cuando, por
ejemplo, llegas a tu casa. Pero en general, entre las mascotas y toda la
humanidad se llegó a crear una “consciencia mezclada”, lo que este ángel llama; una tercera conciencia
resultante de la simbiosis hombre-perro. La conciencia grupal del perro que
antes estaba centrada en su manada ahora está fusionada energéticamente con la nuestra,
hemos crecido juntos en consciencia e identidad, por eso los humanos debemos
reconocerlos como nuestros guardianes.
Hay un acuerdo común de coexistencia que debemos respetar. Hay
una delgada línea roja que las personas deben percibir. Es la que mantiene al
perro con una conducta balanceada y con la capacidad de socializar. La crianza
selectiva de perros domésticos ha generado grandes cambios en el cerebro y la
apariencia canina, pero hay cosas básicas que ellos necesitan; el comunicarse
con sus congéneres, responder a la conducta jerárquica y a los rituales
grabados en lo más profundo de su memoria. Ellos mantienen vigentes las leyes
de su naturaleza. Muchas veces los humanos proyectan sus desequilibrios y
descompensan al animal, lo que es perjudicial para ambos.
Lo que compartimos con las mascotas son en realidad dimensiones
paralelas, un alineamiento a nivel espiritual. Ellos aman sin excepciones. El
perro nunca te pregunta quién eres, de dónde vienes o qué tienes, son solo la
mejor ayuda en cualquier momento, ellos promueven el balance afectivo y limpian
tu espacio emocional.
Ellos nos hacen retornar a nuestra más pura esencia. El
mensaje que nos dan es que podemos ser desde el amor y la lealtad, desde la
comprensión y la confianza. Nos brindan la posibilidad de dimensionar nuevos
caminos compartiendo el lenguaje del corazón, y a nivel del alma, con sus demostraciones
afectivas pueden ayudarnos a abrir por resonancia la verdadera profundidad del
amor propio y cómo compartirlo.
Se dice que la punta de lanza de la evolución social y cultural es nuestra evolución espiritual. Si las mascotas nos han acompañado desde nuestros inicios como cultura y sociedad también están en el camino de este transitar espiritual juntos. Somos un solo organismo vivo, todos en la Tierra, hay una aparente separación que es solo el resultado de la limitada capacidad de nuestros sentidos. Ellos ya están en campo del amor infinito y nos están esperando.