“El
tiempo, el espacio y la casualidad no son más que metáforas del conocimiento
con el que interpretamos las cosas.” Nietzsche, El libro del Filósofo.
El concepto de temporalidad en el paisaje se relaciona con una concepción posicional del ser humano, su ubicación en una
región del planeta y éste en un punto en el cosmos. Está en función del
ambiente y la cultura que lo determina desde que nace y a su actualización en
un espacio y tiempo hasta que muere. El concepto de paisaje es de hecho tan
personal y humano como su visión del tiempo, el cómo vive e interpreta ese
tiempo es lo que llamamos temporalidad. Ambos son recursos muy singulares
porque se ha tratado de objetivarlos, cuantificarlos y medirlos, pero a la vez
son sujetos a la interpretación en la conciencia, que es un resultado de lo que
la mente percibe, ésta es una entidad compleja y misteriosa. En las distintas etapas
de la evolución de las culturas, tanto las llamadas arcaicas como las modernas,
las concepciones del tiempo han variado y giran en relación a dos formas
básicas ampliamente estudiadas; el
tiempo cíclico y el lineal. Es
decir que el ser humano ha buscado saber desde siempre como es el tiempo y se
ha preguntado si; ¿será como una línea o como un círculo? De estas posibles
explicaciones también se desprenden otras variantes.
Gonzalo Iparraguirre y Sebastián Ardenghi en su
escrito; Tiempo y Temporalidad desde la
Antropología y la Física definen temporalidad
como una construcción cultural que deriva de una experiencia del sujeto,
entonces no se trata de una intuición a priori. “El tiempo en tanto fenómeno,
es intrínseco a todo ser humano; en cambio la temporalidad, además de ser
intrínseca a todo ser humano, adquiere un carácter cultural en tanto depende de
una experiencia en contexto y por lo tanto conforma una interpretación.” (1) Esta
es la definición de temporalidad y la distinción que hace de la noción de
tiempo, me parece acertada para el propósito de este artículo.
El tiempo
lineal se
opone a la teoría del tiempo cíclico porque prima la idea de la continuidad del
tiempo y no
cabe la idea del ciclo y la repetición. Corresponde a toda una revolución filosófica a partir del cual empezamos a contar
el tiempo, es lineal porque tiene un punto de partida, con un inicio definido y
un final. Esta
es una concepción cristiana del tiempo, deudora de la concepción judía marcada por la aparición
del monoteísmo. Se acepta como una premisa verdadera en la actualidad porque toma como
referencia los dictados del mito judeo-cristiano del Tiempo Lineal retomado por la iglesia católica que es hoy predominante
en nuestra cultura. Esta noción fue impuesta por una lógica cuya definición y
uso del tiempo es esquematizada como una línea. La postulación del concepto de tiempo
actual se estableció como un punto intermedio entre el principio y el final y su
punto de referencia fue la venida de Cristo.
De acuerdo al principio del tiempo lineal, el
tiempo se mueve desde el pasado al presente y al futuro. Es resultante de las experiencias
humanas del nacer, vivir y morir y de la creencia de que el tiempo es parte del
todo, de la misma creación, que es como el
espacio que nos contiene, que es infinito y eterno. La noción del tiempo lineal
se impuso para hacer hegemónico y homogéneo una temporalidad unívoca y
jerarquizada. El ser humano pasó a ser un esclavo
del tiempo por
cambiar a una visión de progreso futuro, para el que hay que trabajar para
simplemente subsistir (por lo menos la mayoría). De esta manera nos negamos la
vida, muchas veces olvidándonos completamente que toda manifestación de la
naturaleza es cíclica. Lo que sucedió fue que perdimos la visión de los Ciclos Eternos, perdimos la armonía con
los ciclos de la naturaleza y del cosmos, nos extraviamos completamente. Por
algo nos preguntamos en qué consistes la temporalidad en el paisaje, porque ya
no encarnamos ni nos son vitales estas premisas.
Podemos afirmar que toda manifestación de la
temporalidad en el paisaje corresponde a una temporalidad cíclica; nuestro
planeta es esférico y su órbita es cíclica. Lo percibimos con los cambios de
estación, los
patrones de clima, el
movimiento de los sistemas del agua y del aire, los ciclos reproductivos de las especies.
Aún las historias
de sociedades humanas devienen en patrones cíclicos.
Temporalidad cíclica
Temporalidad cíclica
En las primeras etapas de su evolución, nuestros
ancestros tuvieron que ajustarse a una profunda interacción con la naturaleza,
se sabían a sí mismos sometidos a las leyes naturales o no sobrevivían. Su
supervivencia dependía de la sincronización de la actividad humana con los
ciclos de la Naturaleza. Tuvieron la
necesidad de hacer observaciones y ejercicios de abstracción para imaginar y
concluir que el tiempo estaba en función de esos ciclos, con sus procesos naturales recurrentes; que el tiempo yacía
intrínseco a cada uno de los sucesos que ocurrían en la naturaleza; el día y la
noche, las estaciones del año, los tiempos de sequía y lluvias. De allí que con
miles de años de experiencia tuvo que ajustarse a los acontecimientos de su
entorno y encontrarse que habían recurrencias rítmicas o periodicidad en
diferentes escalas, tanto la macro (por
ejemplo: la Tierra tarda un año en dar la vuelta al Sol) como micro (la Tierra tarda un día en girar
sobre sí misma). Pudieron llegar a la conclusión de que la vida es un fenómeno
rítmico e inclusive plantear nociones más complejas; somos herederos de la idea
de una temporalidad cíclica, por
ejemplo, dentro de la concepción que da cuenta de una repetición sucesiva de la
historia. Todos los acontecimientos mundo natural observable tenían lugar
dentro de diversos ciclos, y esta percepción
estaba más arraigada en las culturas agrícolas, cazadoras y recolectoras.
Representación
de la temporalidad cíclica.
Esta es una representación el Uróboros, es un símbolo que aparece repetidamente
a lo largo de al menos los últimos 3000 años en distintas formas y culturas representando
los ciclos naturales de destrucción y creación. Es un concepto que los
alquimistas usaron para representar la naturaleza cíclica de las cosas, el
eterno retorno de todo. El tiempo era como una gran rueda que siempre estaba
girando, denotando la repetición sucesiva de la historia. (2)
Temporalidad
cíclica y paisaje
El paisaje está en relación con nuestro entorno
primordial, es la referencia directa del ser humano, y es regido en muchos
aspectos por fenómenos cuya temporalidad
es cíclica. Desarrollamos muchos
procesos vitales en el día a día, en la inmediatez, pero tenemos presente que
hay otros plazos que hemos programado para que coincidan con los ritmos naturales y cósmicos. Las sociedades primordiales tenían una concepción del
tiempo relacionado a los ritmos celestes, ordenaban toda manifestación de lo
vivo, y lo socio-cultural debía someterse
también a estas nociones de temporalidad. Todos los fenómenos y procesos
naturales son manifestaciones de factores dinámicos que existen en el espacio y
en el tiempo. Hemos aprendido a adecuar y dar continuidad a lo terrestre en
función de lo celeste, con muchos de sus fenómenos astronómicos siendo parte de
los acontecimientos que festejamos y ritualizamos; por ejemplo los ciclos estacionales de la Tierra
que se han observado formalmente desde la aparición del hombre.
Los ciclos
del planeta y el humano
Varios ritmos integrados en el ser humano se
suceden debido a los movimientos de la Tierra con respecto al Sol, como la fuente
de energía que hace posible que en la atmósfera se produzca la temperatura
necesaria para la vida. Con una inclinación del eje rotación terrestre sobre su
plano orbital, la Tierra se traslada alrededor del Sol describiendo una órbita
elíptica, acontecen los equinoccios y solsticios, con sus manifestaciones
biológicas concretas, el rebrote y la floración estacional, los ciclos reproductivos
de las plantas. Se generan grandes cambios climáticos estacionales como las
precipitaciones que son el resultado del ciclo del agua, ligado a la rotación y
traslación de la Tierra que describe la presencia y el movimiento del agua en
la Tierra y sobre ella.
Patrice
Guinard,
asegura que la temporalidad se afirma en los diversos esquemas repetitivos;
periodicidad, alternancia, sincronización. Con la periodicidad cada ciclo se desarrolla siguiendo un proceso preciso,
ordenado, equilibrado en sus menores partes, infinitamente reiterado. La alternancia, dice, es la relación
intrínseca entre los momentos sucesivos de un ciclo, es la sucesión repetitiva,
esperada, de transformaciones interdependientes. La sincronización es la relación entre los momentos simultáneos de
diferentes ciclos, es la constatación de la simultaneidad repetitiva, esperada,
de estos momentos. (3)
Hay periodicidad en el ciclo y esto constituye
un ritmo. El ritmo como el equilibrio de series alternativas y síncronos. La
idea de regularidad define el ritmo,
la repetición de un patrón regular en el tiempo. En su raíz griega (rheos,
fluir), se marca una relación directa con el movimiento. Movimiento, orden y
periodicidad están en relación con ritmo. "El Ritmo es al tiempo lo que la
Simetría es al espacio" dijo Francis Warrain. (4)
Los ciclos de la lunación con relación a la
amplitud de la marea, las fases lunares determinan el movimiento interno de los
fluidos (savia) de las plantas y períodos alternados de crecimiento y
conservación. Los calendarios primitivos eran principalmente calendarios
lunares. etc.
Cualquier ajuste humano a la temporalidad
refiere principalmente a unos ritmos integrados por su sistema neuro-psíquico
que responden a los ciclos diarios, y que han evolucionado para metabolizar la
luz. Los ritmos del entorno sobre todo
los ritmos planetarios diarios, son operados por mecanismos receptores, que son
moléculas descubiertas por la ciencia, como los llamados genes circadianos. Estos genes se han descubierto y se rastrean por
investigadores en ratones, en algunos hongos y el humano. Estas moléculas,
diferentes para especies vegetales y animales
juegan un papel en la conducción del ritmo diario.
El ciclo
circadiano
Los seres humanos y la mayoría de las especies
sobre el planeta respondemos a algunos determinantes, como los marcadores del
ciclo de luz-oscuridad. Este es el
mayor sincronizador para prácticamente todas las funciones metabólicas que
están influenciadas directa o indirectamente por la presencia o la ausencia de
luz; el día y la noche. En el ser humano
los mecanismos neurológicos que regulan su reloj biológico se encuentran en el
hipotálamo cerebral y son regulados por una sustancia sensible a la luz
denominada melatonina producida en
el cerebelo. Esta es una hormona que proporciona el mecanismo para el control
del tiempo, y que regula el sueño, (se correlaciona negativamente con la
serotonina: ya que funciona al revés, presenta niveles altos durante la
iluminación y bajos durante la noche). A
este se le llama ciclo circadiano. (5)
El ciclo circadiano es un “reloj biológico” que
tenemos incorporados casi todos los organismos vivos, desde las bacterias hasta
los humanos, donde opera sincronizado 24 horas/día. Determina el ritmo de los
cambios físicos y fisiológicos que ocurren en condiciones constantes y que se
presentan en oscilaciones espontáneas en periodos cercanos a las 24 horas. Un ritmo
circadiano es una condición específica que se repite todos los días a la
misma hora. La palabra se deriva del latín “circa”
que significa alrededor y “diem” que significa día.
Esto se ha tratado de entender desde muchos
ángulos y es gracias al conocimiento completo del genoma de un vegetal llamado Arabidopsis
thaliana, el de los insectos del género Drosophila (mosca de las frutas) y de ratones de laboratorio, que
se ha llegado a un mejor conocimiento de las regulaciones fisiológicas y
metabólicas, inducidas por la fotoperiodicidad del ritmo circadiano en plantas
y animales. Ambos organismos comparten los mecanismos moleculares fotoreceptores del procesamiento de la luz en
el ciclo día/noche, pero aunque se muestran
muchas homologías entre animales, cianobacterias, hongos, insectos y plantas,
al mismo tiempo se sugiere que las especies han evolucionado independientes una
de otras. Se trata de una sincronización evolutiva que se ha demostrado gracias
a que se identificaron distintas moléculas fotosensitivas, los fotoreceptores
que metabolizan de la luz y que actúan como intermediarios entre los factores
ambientales y la "maquinaria del reloj" circadiano. (6)
La gran
sincronización de todos los ciclos circadianos.
Todos los seres vivos que compartimos este
momento de la evolución histórica estamos adaptados a sus fluctuaciones
naturales y a la esencia viva de la Tierra. Estamos ligados y en sincronización
biológica con ella y en simbiosis con el medio ambiente. Hemos evolucionado hasta
una biología especialmente adaptada para vibrar y sintonizar los ritmos y
ciclos del planeta Tierra. La perfecta comunicación y sincronía con la
vibración del planeta es parte de la natural y necesaria interacción de la
humanidad.
Nuestros ritmos vitales dependen de este ser maravilloso llamado Tierra y se estudia de manera consistente a la atmósfera y la biósfera de nuestro planeta ya que tiene millones de años en que se comportan como un todo coherente. No podemos por tanto hablar de temporalidades separadas de lo físico-espacial, sino de una sincronización maravillosa con un gran mecanismo biológico del que formamos parte. Lo que tarda la Tierra en completar una rotación alrededor de su eje, es lo que llamamos un día, y dura 24 horas durante las cuales siempre hay una cara iluminada por el Sol en la que es de día, y la cara opuesta oscurecida que es la noche. Hay sistemas complejos en nuestro cuerpo encargados de recibir e interpretar los estímulos que captan nuestros sentidos, otros se encargan de activar al organismo, suelen funcionar durante el día o al contrario relajar el organismo y son los que funcionan por la noche.
La noción de temporalidad diaria es de los aspectos fundamentales para los seres humanos. Este fenómeno es tan intenso que produce el efecto de activar cada día nuestro umbral absoluto de todos los sentidos. Cuando esto sucede le llamamos percepción, que hace referencia a la manera de interpretar la información que recibimos a través de los órganos de los sentidos de nuestro organismo. Así que como seres vivos estamos unidos al medio ambiente en una sola naturaleza, la de la Tierra, somos su conciencia, o mejor dicho somos la conciencia de Gaia (como la nombró el novelista William Golding, premio Nobel de Literatura).
El ciclo circadiano nuestro es parte de un todo, el todo se concibe como la suma de todas las partes. Somos parte de un superorganismo del que hemos ignorado sus necesidades básicas gracias al etnocentrismo que domina nuestro pensamiento.
Nuestros ritmos vitales dependen de este ser maravilloso llamado Tierra y se estudia de manera consistente a la atmósfera y la biósfera de nuestro planeta ya que tiene millones de años en que se comportan como un todo coherente. No podemos por tanto hablar de temporalidades separadas de lo físico-espacial, sino de una sincronización maravillosa con un gran mecanismo biológico del que formamos parte. Lo que tarda la Tierra en completar una rotación alrededor de su eje, es lo que llamamos un día, y dura 24 horas durante las cuales siempre hay una cara iluminada por el Sol en la que es de día, y la cara opuesta oscurecida que es la noche. Hay sistemas complejos en nuestro cuerpo encargados de recibir e interpretar los estímulos que captan nuestros sentidos, otros se encargan de activar al organismo, suelen funcionar durante el día o al contrario relajar el organismo y son los que funcionan por la noche.
La noción de temporalidad diaria es de los aspectos fundamentales para los seres humanos. Este fenómeno es tan intenso que produce el efecto de activar cada día nuestro umbral absoluto de todos los sentidos. Cuando esto sucede le llamamos percepción, que hace referencia a la manera de interpretar la información que recibimos a través de los órganos de los sentidos de nuestro organismo. Así que como seres vivos estamos unidos al medio ambiente en una sola naturaleza, la de la Tierra, somos su conciencia, o mejor dicho somos la conciencia de Gaia (como la nombró el novelista William Golding, premio Nobel de Literatura).
El ciclo circadiano nuestro es parte de un todo, el todo se concibe como la suma de todas las partes. Somos parte de un superorganismo del que hemos ignorado sus necesidades básicas gracias al etnocentrismo que domina nuestro pensamiento.
La percepción
de la luz
Una de las más sofisticadas interacciones que cualquier
organismo biológico tiene con su medio ambiente puede ser la percepción de la luz. El biólogo molecular de la NAI, Michael
Cummings, nos ofrece un entendimiento de la delicada conexión entre el mundo
molecular y el mundo alrededor de nosotros – entre el organismo y su medio
ambiente-, estudia una de las más básicas interacciones; la percepción de la
luz y del color en animales y seres humanos. Sus conclusiones indican que existe
una familia de
proteínas denominadas opsinas, las
cuales son responsables de las reacciones celulares iniciales involucradas en
la percepción de la luz.
Localizadas en las membranas celulares de la
retina en una amplia gama de organismos, las opsinas son los “ojos”
de esa familia proteínica. Las opsinas están
químicamente unidas a una molécula denominada retinal (un tipo de cromóforo), que es un derivado de la Vitamina A. La molécula de opsina forma
una bolsa tridimensional en la cual se asienta el cromóforo. Este emparejamiento molecular, llamado el complejo opsin-cromóforo, es responsable de la
percepción de la luz.
El cromóforo
absorbe luz, cambia de forma y a su vez causa que la opsina cambie de forma. Se
inicia toda una serie de reacciones moleculares dentro de la célula, denominadas
cascada de señales, que dan como
resultado que las células de la retina envíen una señal eléctrica a la parte
del cerebro responsable de la percepción de la luz, el tectum en los humanos. Como resultado, dice Cummings, “creemos que
vemos algo.” (7) La
detección de la luminosidad por los ojos, y no la percepción de la luz que
permite la visión, regulan el reloj biológico y junto con la síntesis de melatonina que sus propios
fotoreceptores especiales se da la maravilla de una percepción regulada por la
luz.
La glándula pineal y su marca de los ritmos circadianos
El ritmo circadiano de síntesis y secreción de
melatonina por la glándula pineal es común a todas las especies de vertebrados,
y, al menos en mamíferos incluyendo el hombre. La melatonina se considera una
neurohormona producida por los pinealocitos en la glándula pineal.
Una de las características más sobresalientes
respecto a la biosíntesis pineal de melatonina es su variabilidad a lo largo
del ciclo de 24 horas, y su respuesta precisa a cambios en la iluminación
ambiental. Se
sabe de su influencia en la regulación de los ciclos del sueño y la vigilia. El ciclo del sueño se ve favorecido por la segregación de la
melatonina que es sintetizada por la glándula pineal. Como la luz es inhibidora
de la síntesis de melatonina, su producción se realiza durante la noche en
reacción a la oscuridad.
La melatonina forma parte del sistema de señales
que regulan el ciclo circadiano,
pero, es el Sistema Nervioso Central quien controla el ciclo circadiano en la
mayoría de sus componentes de los sistemas paracrino y endocrino, más que la
melatonina en sí. (8)
Para la ciencia actual la glándula pineal es
todavía una región relativamente inexplorada, se localiza en torno al centro
del cerebro. Esta
glándula ha perdido (para el ser humano) la capacidad de detectar la luz
directamente, pero todavía responde a la luz y a la oscuridad gracias a que ha
evolucionado una conexión neuronal desde los ojos. Se sabe que contiene
vestigios de una retina y parece operar como transductor magnético (algunos reptiles
cuentan con un tercer ojo parietal fotosensible que les permite usar al Sol
como compás; las aves son capaces de “ver” el campo magnético a través de
fotorecepetores que se encuentran en la glándula pineal). La glándula pineal
podía ser un órgano para percibir una luz invisible (un campo magnético, por
ejemplo). La cavidad de resonancia Schumann de nuestro planeta, es captada por
la glándula pineal que tenemos los humanos en el cerebro, la que sincroniza su
vibración con la de la Tierra, y marca
nuestros ritmos circadianos. (9)
Las células
pinealocitas en muchos vertebrados no-mamíferos son similares a las células
de la retina. Las células pineales en todos los vertebrados comparten un
ancestro evolutivo en común con las
células retinales. Es un componente fundamental del reloj biológico en todas
las especies de vertebrados ya que es capaz de producir y liberar melatonina,
sustancia cuya liberación es determinada por la cantidad de luz que recibe el
cuerpo y sus concentraciones que varían de acuerdo al ciclo diurno/nocturno. (10)
Lo verdaderamente importante de estos estudios es que hay una gran
sincronización de todos los ciclos circadianos. Todos los seres vivos se
sincronizan con nuestro planeta para garantizar su salud y su equilibrio. La vida
regula y condiciona el medio ambiente y éste condiciona la vida. Esta visión la tuvo el
científico inglés James Lovelock en otoño de 1965 cuando trabajaba en la NASA.
Estudiar y objetivar sus ciclos ha sido un
imperativo para el ser humano y lo hacemos a través de diferentes procesos. Los
ritmos biológicos humanos se relacionan con los estados de conciencia y esto
tiene importantes variaciones durante el día. Contamos con un estado subjetivo
de la mente, cualitativo y unificado al que llamamos consciencia, que aporta la
flexibilidad al comportamiento. La conciencia del espacio y del tiempo se basa
en cualidades subjetivas y sensoriales de las experiencias individuales que
componen la experiencia consciente. Pertenecemos a un tiempo y a un espacio, en
sincronía con el individuo y su forma de percibirlo.
Dentro de los ritmos que ocurren una vez al día
está el “baño de cortisol”, es la hormona de las glándulas adrenales que
refleja los niveles de estrés. Su ritmo circadiano inicia con la salida del sol
al amanecer, llega a su punto más alto alrededor de las 9 a.m. y de ahí
comienza su lento descenso hasta alcanzar su nivel mínimo alrededor de las 6
p.m. con la puesta del sol, para subir de nuevo a las 6 a.m. con el amanecer.
El momento reservado para regeneración física es el comprendido entre las 10
p.m. y las 2 a.m.
No podemos desligar el concepto de temporalidad
de los hechos, a los que dedicamos nuestro tiempo y que nosotros llamamos “vida”. Es en la gestión del tiempo
donde depositamos nuestro proyecto de
vida y muchas veces depende de los plazos, los imprevistos y las urgencias
que nos asignan o asignamos para el cumplimiento de nuestras funciones vitales,
las tareas cotidianas y para el logro de muchas metas u objetivos que nos
proponemos a corto, mediano o largo plazo. En nuestra condición humana nos reconocemos
como seres temporales disfrutando y transformando permanentemente el paisaje. Su
temporalidad es un hecho vivencial y de allí la necesidad de definirlo, interpretarlo,
cuantificarlo, repensarlo, de manera que lo vivamos tal como lo concebimos, tal
y como nos aparece en este momento único e irrepetible, el eterno presente. (continuaré con este tema en otro
artículo)
Escape literario; Una interpretación de la temporalidad en el crepúsculo vespertino:
Escape literario; Una interpretación de la temporalidad en el crepúsculo vespertino:
“El silencio de la montaña ocurre
en ese momento… “cuando el día ya no es día y la noche aún no llega”, como dijo
poéticamente un poeta costarricense; don Julián Marchena… Durante ese momento
acontece algo enigmático; cuando ya el crepúsculo auguraba el reino de las
sombras, un último resplandor, el más fulgurante antes del descenso de las
tinieblas, ostenta una brillantez inusitada. El firmamento palpita con una
intensidad dorada y se posesiona hedonistamente de toda la bóveda celestial.
Para los árboles es un momento clave que les hace cambiar toda su química corporal y energética. Casi todo el reino de las plantas ha superado la fase luminosa de la fotosíntesis. Ya las longitudes de onda cercanas al verde refractado abandonan cada cloroplasto y entran en una fase oscura. Es el proceso biológico más importante de la Tierra que está sincronizado con estos cambios medioambientales. La maravillosa creación hace que se conecten unos genes osciladores en cada parte vegetal. Mediante una activación directa los regula reprimiendo su expresión alternadamente; entre lo diurno y lo nocturno. Todo el bosque está en sincronía con este reloj circadiano que regula cada uno de sus ciclos vitales. Durante todo el año nos regimos por los ritmos y periodicidad de su mecanismo biológico.
Para los árboles es un momento clave que les hace cambiar toda su química corporal y energética. Casi todo el reino de las plantas ha superado la fase luminosa de la fotosíntesis. Ya las longitudes de onda cercanas al verde refractado abandonan cada cloroplasto y entran en una fase oscura. Es el proceso biológico más importante de la Tierra que está sincronizado con estos cambios medioambientales. La maravillosa creación hace que se conecten unos genes osciladores en cada parte vegetal. Mediante una activación directa los regula reprimiendo su expresión alternadamente; entre lo diurno y lo nocturno. Todo el bosque está en sincronía con este reloj circadiano que regula cada uno de sus ciclos vitales. Durante todo el año nos regimos por los ritmos y periodicidad de su mecanismo biológico.
Nuestra Madre Tierra es un ser
vivo que ha evolucionado en amplios ciclos, ritmos y pulsaciones, renovando la
vida constantemente, auto-regulándose y protegiéndose a sí misma y a todo lo
que acoge. Todos los seres vivos están adaptados esas fluctuaciones naturales y
a la esencia viva de la Tierra, en simbiosis con el medio ambiente.
La luz atenuada del ocaso precede
al despertar de los seres que necesitan y prefieren las sombras de la noche.
Mientras unos salen de su letargo para incorporarse a la vida noctámbula, otros
están desdibujando su actividad en el descanso de sus voces, en el mandato que
dicta el reposo.Este es el vaticinio de ese soplo que sugiere esa calma
aparente en todos los bosques.
Eso no lo había notado antes,
básicamente porque la vida citadina nos absorbe, y nos hemos despojado de la
sensibilidad de reconocer estas diferencias maravillosas que se suceden en el
día, los meses y el año. Para algunos de nosotros, es hora de replegarse y
descansar. Para mí es como un prólogo
taciturno antes de retirarse para gravitar supinamente en nuevos portales
dimensionales.
Este es un momento en el bosque
en que todo parece detenerse, es una quietud contenida, porque cada ser
transita al final o al inicio de su jornada. Unos buscan el refugio del
descanso en el silencio, antes de que el sueño venga. Otros inauguran su
despertar acogidos por los susurros adormilados. Es una coyuntura clave del día
donde un nuevo orden se instaura, animando a los noctívagos y adormeciendo y
sosegando a los que concluyen su jornada diurna. Todos los residentes del
bosque buscan y crean este silencio cómplice de la montaña. Es un sigilo denso
e inabarcable, como un impase entre los buscan el reposo y los que se
despabilan para sobrevivir la oscuridad. Todo esto antes de que el letargo se
apropie de quienes soñamos o de quienes con sus fotoreceptores admitan que ya
no gobierna la luz.
Ahora es cuando finalmente se ha
establecido la noche con sus sonidos particulares identificables que ya todo
presagiaban el retorno de los habitantes de la noche y se establece con más notoriamente
un grillar generalizado pautado sobre el continuum de las sombras. Se puede
abstraer de todos los sonidos del bosque una vibración que no proviene
directamente de las voces de los seres nocturnos….”
Excelente articulo!
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