jueves, 28 de octubre de 2010

Psicología y color en la arquitectura paisajista

Arquitecto Paisajista
Guillermo Chaves Hernández
2010

 Jardín de helechos del Vivero Bios en San Antonio de Escazú de Costa Rica. Foto de Guillermo Chaves.

En la arquitectura paisajista y la horticultura sabemos que los colores tienen una influencia en la psicología del individuo. A determinados colores, determinados efectos emocionales e/o intelectuales. Este conocimiento se origina en una especie de programa simbólico con orígenes arquetípicos que se ha tratado de desentrañar por las ciencias psicológicas. Históricamente algo nos ha inducido siempre a tratar de arrancarle los colores a la naturaleza y llevarlos cerca de donde habitamos, o a crearlos artificialmente, creando armonías y contrastes para provocar una respuesta sensorial. La experiencia atestigua que el color influye en el humor y en los sentimientos, es una herramienta poderosa ya que los colores apelan a las emociones, por eso son capaces de producir diferentes niveles de reacciones. Independientemente de su discordancia o armonía, pueden generar efectos psicológicos y como consecuencia, fisiológicos.


La psicología del color, aunque es una ciencia imadura, ha arrojado importantes resultados sobre sus efectos en la percepción y la conducta humana. Sus investigaciones y estudios muestran una relación del color con determinados estados de ánimo. 


Nuestra respuesta ante maravillas naturales como esta bromelia del Jardín Botánico Rober y Catherine Wilson es de admiración y asombro, al igual que muchas respuestas afectivas y emocionales ante colores y formas contrastantes.

Por otra parte, el desarrollo de la sensibilidad del individuo hacia colores determinados se da paralelo al de su cultura, integrado a todos los aspectos de su vida. La preferencia de los colores es innata, aunque resulta difícil demostrar que en el proceso de enseñanza no participan de alguna manera los estímulos visuales que recibimos desde que nacemos. Los recién nacidos sólo distinguen los contrastes entre los colores, el claro y el oscuro. Es cerca de los tres años que los niños prefieren casi invariablemente los colores primarios a los matices delicados (Martínez, 1992), es decir los más brillantes y esenciales como el rojo, el amarillo o el azul. El aprendizaje de los colores en los niños se relaciona con la manera en que se apropian del entorno a través de la asociación afectiva de los acontecimientos. (Gómez, 2002).

La actitud y la conducta pueden ser transmitidas genéticamente; los recién nacidos tienen un grado de habilidad perceptual y además ciertas "estructuras profundas" colectivas (Martínez, 1992). Estas estructuras se refuerzan durante su crecimiento cuando se forman las reglas arquetípicas del lenguaje, como una especie de programa simbólico donde se distinguen de forma diferenciada las emociones de los significados. Mientras las primeras son inconscientes,  los significados se originan en un contexto cultural y fuertes estructuras convencionales. Es por esto que las emociones asociadas a ciertos colores responden a un fuerte componente cultural.  Es un hecho demostrado que  hay un “acuerdo” entre individuos de medios socioculturales e incluso de razas diferentes con respecto a las respuestas hacia los colores que demuestra que existe un factor general de gusto como también hay un factor general de inteligencia. (Alba Martínez, 1992). 

Jardín de helechos del Vivero Bios en San Antonio de Escazú de Costa Rica. Foto de Guillermo Chaves.

En la psicología del color algunos colores tienen efectos emocionales universales. Pongamos el caso del color verde, y su complementario: el rojo.  Con el color verde tenemos respuestas psicológicas y fisiológicas similares entre individuos. El color verde es el más apacible para el ojo humano, ya que el cristalino del ojo no tiene que hacer ningún esfuerzo para enfocar la luz verde sobre la retina. El lente del ojo se enfoca casi sin que ésta tenga que modificar su curvatura. La respuesta al verdor indica afinidad hacia la naturaleza, beneficia al sistema nervioso, nos ayuda a relajarnos y desprendernos de los problemas. Culturalmente se le asocia con la vida, la esperanza y la fertilidad. Con el color rojo el ojo aumenta la curvatura del cristalino. El rojo es el más excitante de los colores, es un color cálido que activa y anima. Representa la energía, otorga vigor y coraje. Se asocia con la vitalidad y la ambición. Es el color de la sangre, estimulante del deseo. Simboliza el amor, la pasión y la sexualidad. No es casualidad que estos dos colores tengan similares significados e interpretaciones aun en culturas distantes, hay que recordar que la clorofila (verde) y la hemoglobina (rojo) son las dos sustancias colorantes más importantes para la vida.

Foto de Ricardo Chaves de un Bastón de Emperador.

Por otra parte, la cuestión del color empieza evidentemente por el estudio de la preferencia del gusto individual, tomando en cuenta que el factor de saturación (la pureza del matiz), según estudios realizados en la Alemania Occidental (Valey, 1980) y verificados en los años siguientes, es el criterio más importante.  Los adultos se inclinan por los colores de tonos más suaves o neutros. Aunque parece mantenerse cierto gusto por los colores saturados cuando, por ejemplo, tratamos un paisajismo que debemos contrastar con el verde, cuando hay una predominancia de materiales duros de colores neutros y cuando el entorno construido es dominante en el paisaje. Los colores suaves, pasteles o neutros son más difíciles de combinar, porque muestran un mayor grado de sofisticación y madurez intelectual para crear asociaciones atractivas. A menudo en experiencias de laboratorio estos tonos son considerados poco agradables y contrariamente, mucho en la decoración y el vestuario. (Martínez, 1992).  

Esto se comprueba al seleccionar plantas y colocarlas con el fin de crear un punto de atracción, con floraciones seleccionadas para armonizar o contrastar. Somos capaces de lograr efectos diferentes a los que nos encontramos en un ambiente predominantemente natural y despertar en el observador algún nivel de reacción y emoción. Entre más saturados, o más vivos los colores más atractivos visualmente y más evidentes las reacciones emocionales.   Esto se da por las variaciones en el número de estímulos que reciben nuestros ojos, que afectan la actividad muscular, mental y nerviosa de todo nuestro cuerpo. Rara vez nos vamos a encontrar con indiferencia ante un estímulo agradable a la vista.

El sistema límbico juega un rol decisivo en la percepción visual y está íntimamente unido al centro emocional humano. Algunas fibras del nervio óptico se enlazan directamente con este sistema que, como se sabe, está compuesto por un conjunto de estructuras cuya función está relacionada con las repuestas emocionales, el aprendizaje y la memoria. El sistema límbico es sensible al alto cromo, a la luminosidad o brillantez, de allí que nos dejemos seducir fácilmente por los colores llamativos de las floraciones de muchas plantas. Por otra parte, el cerebro se encuentra dividido en dos hemisferios, cada parte es capaz de procesos de sensación, percepción, aprendizaje y memorias independientes. La percepción del color correspondiente al hemisferio derecho se relaciona con la sintaxis primitiva visual del sistema límbico, el cual excluye lo consciente, la mentalidad racional. Es también sensible a los colores más sutiles, descritos como cerebrales o sofisticados. (Martínez, 1992)

Jardín con una melastomatacea en flor en el Vivero Bios en San Antonio de Escazú de Costa Rica. Foto de Guillermo Chaves.

Las preferencias de color son la expresión de condicionantes emocionales, como los sentimientos y los estados de ánimo y depende mucho de lo que se desee de ellos. Como paisajistas estamos en capacidad de proponer esquemas de color conociendo las implicaciones de nuestros criterios estéticos. No hay color hermoso o feo, depende de un tiempo y lugar determinado el ser uno u otro. Pero si podemos lograr que nuestras combinaciones de color y textura sean determinantes de una buena calidad en el paisaje diseñado. Hay un factor de gusto o sensibilidad propio de la cultura a la que pertenecemos, pero también es nuestro deber ser propositivos y experimentales para conseguir al menos valores de unidad y armonía en nuestros proyectos. Y ser capaces de inscribirlos en el medio con gran coherencia con el ambiente.


Valey, Helen. (1980). Color. Los Angeles, C.A.: The Knapp Press Publishers. 
Alva Martínez, Ernesto. (1992). El color en la Arquitectura Mexicana. México: Litoprocess S.A.

Gómez Mayorga Cristóbal, (2002) El aprendizaje de los colores o la construcción del arcoiris
http://www.andesflorgifs.com/6.3colores_significados.php


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1 comentario:

  1. excelente redacción sin duda el color verde es símbolo de inspiración y juega un papel muy importante en nuestra percepción y emociones, como bien lo redacta queremos traer pedazos de la naturaleza a nuestro hogar ya que no olvidemos el concepto casa es o debería ser sinónimo de calidad de vida por lo que la integración de espacios verdes es vital a la hora de proyectar. gracias por el aporte y saludos.

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