viernes, 4 de octubre de 2013

Orquídea Epidendrum ciliare

Hoy 4 de octubre capté estas orquídeas cuyo nombre científico es Epidendrum ciliare. Orquídea epífita nativa  de México, América Central y América del Sur. Son de fácil cultivo ya que solo ocupan condiciones mínimas como un árbol hospedero o un sustrato adecuado.
 


Foto de Guillermo Chaves. 



Florecen 2 veces al año. Las mejores oleadas de flores llegan en septiembre-octubre y se repiten en enero-febrero. La inflorescencia es un racimo erecto de flores cerosas, fragantes, con largos sépalos lineales de color amarillo verdoso con un labio blanco lobulado y con flecos. El tamaño de la inflorescencia es de 30- 50 cm. La flor tiene una duración de 20 días aproximadamente y su tamaño es de 12 x 10 cm; los racimos son de 25 cm de largo y desprenden un exquisito aroma al empezar el anochecer, permaneciendo durante toda la noche.

Más datos en:
http://www.ecured.cu/index.php/Epidendrum_ciliare

viernes, 13 de septiembre de 2013

Pequeña garza del Valle Central de Costa Rica.

Butorides virescens

  
La garcita verdosa o verde (Butorides virescens) es una especie de ave pelecaniforme de la familia Ardeidae. 



Este es un ejemplar juvenil que visita con frecuencia un estanque artificial ornamental en Escazú, Costa Rica. Se posa en un surtidor para esperar los pequeños peces o renacuajos.
Su hábitat de cría son pequeñas zonas húmedas en el este y medio oeste de Norteamérica, América Central, Indias Occidentales y costas del Pacífico de Canadá y de EE. UU. Anidan en una plataforma de ramitas en arbustos o árboles, a veces sobre el piso, con frecuencia cerca del agua. La hembra pone 3 a 5 huevos. Ambos padres incuban por cerca de 20 días hasta eclosión y cuidan de los pichones.

miércoles, 11 de septiembre de 2013

El atardecer antes de la tormenta.

Fotos de Guillermo Chaves Hernández. Playa Naranjo, Costa Rica.


Esta es la danza de la vida en la tierra; la misma del movimiento en los remansos latentes de los elementos. Balance inabarcable de alas que se agitan para mover el viento y agitar el corazón. 





Ritmos del firmamento en expansión, de los cuales la alquimia apenas descifra su grandeza y si acaso reconoce algunos de sus reinos cristalinos. Singular creación que nace, muere y renace, casi toda agua, en gran parte aire…toda luz.





Escucharla conmueve y hace propio el camino de retorno.  La pretérita romanza se refiere al rumbo de donde vinimos y del que ya no nos acordamos.  Algo se renueva y se expande sin una pauta reconocible, pero qué importa!


 


Hagamos serena su esencia y volvamos. Seamos uno con sus ofrecimientos, naciente cristalina. Lo nuevo emerge agitando sus alas para purificar el silencio. Su himno es libre y soberano, sabio y manifiesto.






Observo su melodía y me reflejo en lo que es. Me reconozco como la culminación de un camino. Disfruto por solo el hecho de imaginar contemplarla como un iluminado. Lo tierno ya emergió y lo respiro para que culmine unificada.






martes, 10 de septiembre de 2013

Texturas de troncos arrastrados por el mar. Playa Naranjo, Costa Rica

Estaba a la deriva, no encontraba el camino, o el camino no me encontraba. 


Flotaba ausente arrastrado por las corrientes someras o profundas, en una levedad sumisa. Seguía las derivas.


No tenía norte, a todos lados todo era lejano. Era un vacío inmenso desde adentro hacia afuera, pero mayor todavía hacia lo profundo del mar, del cielo y de mi ser.


Observaba indiferente los ritmos circadianos, las lunas y las mareas y me imaginaba planeando alto, como los albatros. Nacían soles. Todos los días agonizaban y morían.


Sentía que planeaba en el horizonte continuo sin dejar estelas, flotando leve, gravitando denso.


Florecí algún día, germiné verde en el futuro y el pasado.  Fui devenir y ahora reposo.


Sin norte y sin herramientas, las banalidades figuran principales, breves utopías.


No reconocía lo sagrado del todo, porque estaba en la totalidad. Lo confundía con el vacío.



No era ausencia ni vacío aunque nada define mejor su plenitud. Era un territorio inescrutable.


Llegué a la playa en una marea alta, respondía al oleaje acariciado, siendo viento, agua y luz.


Cada caracol redibujaba con mis fibras tatuajes de sendos laberintos pertenecientes al albur.


Me reinventé un día cuando un mantra sembró el aliento de divinidad. Lo demás fue canto, belleza y gratitud.


La emoción evidenció la vulnerable burbuja de las falacias que uno se cree. De cuentos extremadamente sutiles en que depositamos la fe.



Nadie explicaba la nada, y pocos comprendían lo incomprensible. Barómetros necios de dudas existenciales.


Me volvió a llevar la marea, pero en una deriva consciente, más compasivo por el perdón, más ligero por saberme menos complicado.


Ya la pena no me alcanza. Comprendo el mar y su propósito. Comprendo la arena y su roce con el viento. Soy el madero libre en su tránsito sin huellas, que se siente infinitamente amado por la Suprema Resonancia.


Cuando te guía el afecto, qué poco se ocupa!, tu brillo es mi brillo, tu luz es la mía. Ya lo opaco no me alcanza, porque estoy en otra sinfonía.


Me encontró el camino y se hizo joven, porque era la senda del retorno, la que remite al océano primigenio. Ahora floto glorificando bajo las constelaciones que renacen en el eterno presente y son mi esencia.



Estás dentro del paisaje de mi alma, necesitaba sentir lo que hay que sentir…, sanar e integrar. Me rodea una frontera sagrada…



  Cobalto luminoso, habito un sitio nuevo, energéticamente pleno. Retro y ceso lo obsoleto de los miedos, bloqueos del alma que dejan vacíos. El corazón tiene posibilidad de intuir y ya lo hizo.


domingo, 1 de septiembre de 2013

Las mascotas y su impronta en el paisaje.

Foto de Aida Chaves de Yiyi.


Poco se habla de las mascotas cuando nos referimos a lo que acontece en el paisaje. Ya sea urbano o rural, siempre están allí porque son parte de nuestras familias, de la sociedad en su conjunto.  Ocupan un espacio pequeño a nivel físico, y más grande en nuestras mentes y corazones. A algunos les incomoda su existencia pero es porque ignoran los grandes beneficios a la psique y salud en general que logran con solo compartirnos sanamente.
Del espacio público casi siempre el debate se centra en como manejar sus necesidades. De ellos somos totalmente responsables nosotros. Ahora voy a referirme a lo que aportan a nivel energético, sí, porque son nuestros amigos, capaces de ofrecernos abundancia infinita de amor y compasión.  
Les sugiero volver a ver a sus mascotas desde este otro punto de vista; son seres con una misión especial. Los que cuidan sus mascotas pueden dar fe de cambios positivos en sus vidas, que se dan por la afinidad y afecto de estos seres sencillos, sus gestos humildes y la increíble lealtad que son capaces de demostrar. 

Los perros y los gatos, sobre todo, llegaron para enseñarnos a abrirnos a la compasión. Ellos nos buscaron primero para hacer un pacto de amistad entre almas, (si, ellos tienen alma). Nos demuestran y enseñan a vivir el amor incondicional desde su ternura, especialmente a quienes nos urge abrir el corazón al perdón y a quienes el drama de la vida nos atrapa y sumerge en regiones oscuras.

Cada vez es más evidente que hay una gran fuerza que nos une desde hace miles de años. Parece que tenemos un acuerdo tácito de unión, un “pacto de compenetración” que es ese convenio de almas, que tejimos seres humanos y mascotas para evolucionar juntos. Que también nos han ayudado al expandir nuestros horizontes emocionales y transmutar vibraciones negativas y sus efectos; como la depresión, la desesperanza o el sufrimiento.


El perro es un pionero de nuestra sanación interior.
Muchos de los que tenemos perros experimentamos una de las formas de devoción amorosa y fraternal lealtad más refinadas que hay para la humanidad. Son aventurados pioneros que les toca sensibilizar las fibras más recónditas de nuestra vulnerabilidad. Es un ser que en cierta forma nos completa.


No exagero en lo que digo, y aunque en apariencia creemos que nosotros escogimos al perro para que viviera y nos acompañara, fue él el que escogió acercarse a nosotros. Nos eligieron para cooperar y sobrevivir juntos, llegaron a entender nuestra misma sintonía emocional. Ellos ataron su energía a la del ser humano a un nivel en que se volvió casi una sola. El vínculo humano-perro que se ha desarrollado desde hace miles de años es más profundo y hay una compenetración más compleja de lo que se cree. Escogieron ser parte de nuestras familias e integrantes de la manada humana. Su principal regocijo es la sola existencia de sus seres amados porque tienen la misión de enseñarnos los alcances posibles del amor incondicional y la compasión.

Si revisamos la historia de la convivencia humana con los perros, vamos a encontrar que entre la humanidad y los perros forjamos una sólida alianza para enfrentarnos a los desafíos de la supervivencia. Hemos coevolucionado por miles de años y nuestra misión actual es mostrarles el camino para que sigan evolucionando y ascendamos espiritualmente juntos. Un ejemplo de cómo ambas especies, el ser humanos y los perros nos hemos autoadaptado uno a otro es que, por ejemplo; la habilidad del habla de nosotros fue una consecuencia de la asociación prehistórica con los perros, que olían por el hombre primitivo. Al asumir los perros este rol de detección de olores tenues, los primeros humanos ya no necesitaríamos de las de estructuras faciales para este propósito; los lóbulos olfatorios, lo que nos permitió desarrollar rasgos faciales más flexibles y capaces de producir sonidos más complejos. Incluso en los humanos se redujo el mesencéfalo, que controla las emociones y la información sensorial. Del perro se sabe que hubo una rotación del cerebro y el posicionamiento del lóbulo olfativo.

Si esto sucedió con la evolución de las percepciones y características físicas humanas y perrunas ahora imaginen lo que significó la simbiosis hombre-perro para la evolución cerebral de las dos especies. Lo que era de prever, que humanos y perros nos especializamos sin competir. En cuanto al perro, con mucho más impacto en su forma corporal dada la plasticidad en el genoma canino. Se convirtieron en un buen reflejo de lo que somos como compañeros en el devenir de la vida, e incluso del nivel cultural y económico que hemos logrado alcanzar cada cultura. Hemos aprendido de muchas maneras a comprendernos y colaborar.

Los perros pueden captar las emociones con solo observar las caras humanas. El perro tiene cuarenta veces más células olfativas, y superan por cerca de un millón de veces al olfato humano. Detectan hasta los cambios químicos corporales, especialmente si hay estrés, ansiedad, dolor o enfermedad. Tienen la notable capacidad para adivinar nuestras intenciones. Nos brindan muestras de empatía cuando atravesamos momentos emocionales difíciles, acrecientan su vínculo afectivo y cercanía emocional. Su extraordinario poder olfativo y audición es capaz de percibir hasta las sutilezas de nuestro estado de ánimo.

Esto es difícil de comprender por ahora, pero tengo que introducirlo para que se entienda en un contexto mayor; “hay unas dimensiones profundas del yo animal que son parte de la mente colectiva grupal de la especie entera”. Esto lo expresó un miembro del Reino Feérico y debe entenderse que los perros y las demás mascotas tienen una misión dentro del Plan Divino. Ellos atan su energía áurica a la del ser humano, generando una empatía transespecie que involucra a las mascotas con la evolución del Alma humana y del propósito de la humanidad en su conjunto. Este ángel también indica que las mascotas están directamente involucradas en la evolución de la raza humana y de su paso a una consciencia planetaria que está ascendiendo a otro nivel. Ellos tiene la misión de proceder como “benévolos asistentes dadores de energía” para compensar a quienes se tuvieron que embeber densamente en el Plano Terrenal, pero que ahora tratan de recordar cuál es la verdadera naturaleza de la evolución humana.

Un perro nos muestra una gran dedicación, extrema lealtad y un amor incondicional. Esto es lo que recibimos; energías sanadoras y una compresión increíble en resonancia directa de nuestro campo emocional. Mejoran y equilibran nuestros sentimientos y bloqueos emocionales.

Debe comprenderse que entre el perro y el ser humano hay una fusión única y que ahora además, es un fragmento de la consciencia total. Lo que sucedió es que a través de ellos se despertó el flujo afectivo y la fuerza vital necesarias para expandir el campo de nuestra consciencia emocional. Ellos se pasan proyectando frecuencias vibratorias benéficas con solo los vórtices energéticos que dibujan cuando hacen giros de alegría y mueven su colita cuando, por ejemplo, llegas a tu casa. Pero en general, entre las mascotas y toda la humanidad se llegó a crear una “consciencia mezclada”, lo que este ángel llama; una tercera conciencia resultante de la simbiosis hombre-perro. La conciencia grupal del perro que antes estaba centrada en su manada ahora está fusionada energéticamente con la nuestra, hemos crecido juntos en consciencia e identidad, por eso los humanos debemos reconocerlos como nuestros guardianes.

Hay un acuerdo común de coexistencia que debemos respetar. Hay una delgada línea roja que las personas deben percibir. Es la que mantiene al perro con una conducta balanceada y con la capacidad de socializar. La crianza selectiva de perros domésticos ha generado grandes cambios en el cerebro y la apariencia canina, pero hay cosas básicas que ellos necesitan; el comunicarse con sus congéneres, responder a la conducta jerárquica y a los rituales grabados en lo más profundo de su memoria. Ellos mantienen vigentes las leyes de su naturaleza. Muchas veces los humanos proyectan sus desequilibrios y descompensan al animal, lo que es perjudicial para ambos.

Lo que compartimos con las mascotas son en realidad dimensiones paralelas, un alineamiento a nivel espiritual. Ellos aman sin excepciones. El perro nunca te pregunta quién eres, de dónde vienes o qué tienes, son solo la mejor ayuda en cualquier momento, ellos promueven el balance afectivo y limpian tu espacio emocional.

Ellos nos hacen retornar a nuestra más pura esencia. El mensaje que nos dan es que podemos ser desde el amor y la lealtad, desde la comprensión y la confianza. Nos brindan la posibilidad de dimensionar nuevos caminos compartiendo el lenguaje del corazón, y a nivel del alma, con sus demostraciones afectivas pueden ayudarnos a abrir por resonancia la verdadera profundidad del amor propio y cómo compartirlo.
Se dice que la punta de lanza de la evolución social y cultural es nuestra evolución espiritual. Si las mascotas nos han acompañado desde nuestros inicios como cultura y sociedad también están en el camino de este transitar espiritual juntos. Somos un solo organismo vivo, todos en la Tierra, hay una aparente separación que es solo el resultado de la limitada capacidad de nuestros sentidos. Ellos ya están en campo del amor infinito y nos están esperando.   



viernes, 30 de agosto de 2013

Cortezas de árboles tropicales y exóticos en Costa Rica



El almendro de playa
Nombre científico: Terminalia catappa
Familia botánica: Combretaceae



El guachipelín.
Nombre científico: Diphysa americana
Familia botánica: Papilionaceae



El sauce
Nombre científico: Salix humboldtiana
Familia botánica: Salicaceae




Araucaria Brasileris
Nombre científico: araucaria angustifolia
Familia botánica: Araucariaceae



El cenízaro
Nombre científico: Samanea saman
Familia botánica: Mimosaceae


El tamarindo
Nombre científico: Tamarindus indica
Familia botánica: Fabaceae



El carao amarillo, coralillo.
Nombre científico: Cassia moschata
Familia botánica: Caesalpiniaceae


El caimito
Nombre científico: Chrysophyllum cainito L.
Familia botánica: Sapotaceae.

miércoles, 10 de abril de 2013

Coberturas con plantas nativas de Costa Rica


Sphagneticola trilobata. Wedelia trilobata (L.) A.S. Hitchc., Sinónimo: Planta herbácea. Familia: Asteraceae. 

Una compuesta conocida como clavelillo de playa. Es siempre verde. Las hojas son carnosas, trilobadas, irregularmente dentadas en sus bordes y de color verde oscuro muy brillante que contrastan con las inflorescencias amarillas que produce a lo largo de casi todo el año. Las flores se presentan solas sobre tallos cortos, están formadas por pétalos delgados y alargados de color amarillo penetrante, con un disco central en amarillo más apagado.

Wedelia es una especie conocida de las islas de Hawai, W. trilobata. No es raro encontrar que esta especie se produce en campos extensos.

Esta planta es utilizada comúnmente como cobertura ornamental que forma una densa capa vegetal muy ramificada sobre el suelo. Sus tallos crecen postrados con los extremos ascendentes y enraizamiento en los nudos. Muchas veces desplaza a otras especies y previene la regeneración de estas. En Costa Rica se le encuentra en áreas agrícolas, litorales de ríos, bosques naturales, bosques plantados, pastizales, áreas perturbadas con matorrales y arbustos. Recientemente empieza a ser utilizada como ornamental en zonas urbanas. En algunos sitios se considera una mala hierba ya que resulta nociva en las zonas agrícolas, invade los caminos y senderos rurales y otros sitios perturbados. También se encuentra naturalizada como invasora a lo largo de arroyos, canales, en las fronteras de los manglares y en las costas.

Esta planta, Wedelia trilobata, logra hacer una buena cobertura y se expande rápidamente en pequeñas áreas.

Hábitat: WEDELIA TRILOBATA o Sphagneticola trilobata tiene una tolerancia ecológica muy amplia porque parece adaptarse por igual a  sitios secos y húmedos. Puede tolerar períodos de sequía. A pesar de que parece preferir los sitios soleados, sobrevive muy bien en sitios sombreados. Crece bien en casi todos los tipos de suelo, incluyendo piedras calizas desnudas con escasos nutrientes, en playas arenosas, suelos pobres pantanosos o anegados. Es tolerante a las inundaciones y a altos niveles de salinidad.
No hay que regarla excesivamente, tiene que quedar el  terreno seco al menos por un par de días antes del siguiente.  No es recomendable colocarla en sitios que se inunden permanentemente.

Wedelia se encuentra en áreas abiertas con buen drenaje, suelo húmedo hasta 700 metros o más de altitud (hasta 1300m). 

La propagación se puede ejecutar mediante la división de la mata, por esquejes que enraízan fácilmente, o bien a través de semillas. Se puede encontrar en Viveros Procesa, la venden en sacos con 1000-1500 puntas.



http://www.wildflowersoftexas.com/acmella-repens.html

Acmella repens (Walter) Rich. 


Acmella repens (Walter) Rich. Familia: Asteraceae. Originaria desde Sureste de Estados Unidos y Antillas hasta el norte de Argentina. En Costa Rica se puede encontrar en los Bosques húmedos y pluviales. Es una hierba perenne, decumbente a rastrera, con tallos generalmente enraizando en los nudos. Alcanza unos 0.3 m de altura. Según la página del INBio, se le conoce comúnmente como; botón de Oro (Costa Rica), botoncillo, chisacá, guaca, risaca, quemadera, yuyo, quemado (Colombia), botoncillo (Ecuador).

Acmella es un género de treinta especies nativas de las Américas y ha sido introducida a Asia, África, Islas del Pacífico y Australia. Se han cultivado en todo el mundo para fines medicinales, insecticidas y jardinería. Las raíces y los capítulos en floración de Acmella repens se mastican para aliviar los dolores y estimular las glándulas salivares. Se ha empleado para tratar enfermedades del hígado; en hipertrofia y estados biliares.

Acmella repens tiene flores liguladas florece durante todo el año, pero más en la temporada de lluvias. Se caracteriza por tener flores amarillas en una inflorescencia terminal, con una cabezuela solitaria. Los pedúnculos largos de las cabezuelas son llamativas. Las principales hojas son opuestas, sencillas, más o menos ovadas, y las brácteas involucrales no abrazan cercanamente a los aquenios periféricos. Común en sitios húmedos y abiertos, tanto en las regiones templadas como en el trópico Elevación msnm: 350 a 2900 m en México. 

En Costa Rica, según la fundación ProNativas se encuentra de 500-1600m. Es considerada una “maleza” común en áreas húmedas en orillas de caminos y en zanjas  en suelos húmedos de pantanos, orillas de arroyos y lagunas, canales, campos inundados y ambientes similares.

viernes, 5 de abril de 2013

El concepto de temporalidad en el Paisaje.


“El tiempo, el espacio y la casualidad no son más que metáforas del conocimiento con el que interpretamos las cosas.” Nietzsche, El libro del Filósofo.

El concepto de temporalidad en el paisaje se relaciona con una concepción posicional del ser humano, su ubicación en una región del planeta y éste en un punto en el cosmos. Está en función del ambiente y la cultura que lo determina desde que nace y a su actualización en un espacio y tiempo hasta que muere. El concepto de paisaje es de hecho tan personal y humano como su visión del tiempo, el cómo vive e interpreta ese tiempo es lo que llamamos temporalidad. Ambos son recursos muy singulares porque se ha tratado de objetivarlos, cuantificarlos y medirlos, pero a la vez son sujetos a la interpretación en la conciencia, que es un resultado de lo que la mente percibe, ésta es una entidad compleja y misteriosa. En las distintas etapas de la evolución de las culturas, tanto las llamadas arcaicas como las modernas, las concepciones del tiempo han variado y giran en relación a dos formas básicas ampliamente estudiadas; el tiempo cíclico y el lineal. Es decir que el ser humano ha buscado saber desde siempre como es el tiempo y se ha preguntado si; ¿será como una línea o como un círculo? De estas posibles explicaciones también se desprenden otras variantes.

Gonzalo Iparraguirre y Sebastián Ardenghi en su escrito; Tiempo y Temporalidad desde la Antropología y la Física definen temporalidad como una construcción cultural que deriva de una experiencia del sujeto, entonces no se trata de una intuición a priori. “El tiempo en tanto fenómeno, es intrínseco a todo ser humano; en cambio la temporalidad, además de ser intrínseca a todo ser humano, adquiere un carácter cultural en tanto depende de una experiencia en contexto y por lo tanto conforma una interpretación.” (1) Esta es la definición de temporalidad y la distinción que hace de la noción de tiempo, me parece acertada para el propósito de este artículo.

El tiempo lineal se opone a la teoría del tiempo cíclico porque prima la idea de la continuidad del tiempo y no cabe la idea del ciclo y la repetición. Corresponde a toda una revolución filosófica a partir del cual empezamos a contar el tiempo, es lineal porque tiene un punto de partida, con un inicio definido y un final. Esta es una concepción cristiana del tiempo, deudora de la concepción judía marcada por la aparición del monoteísmo. Se acepta como una premisa verdadera en la actualidad porque toma como referencia los dictados del mito judeo-cristiano del Tiempo Lineal retomado por la iglesia católica que es hoy predominante en nuestra cultura. Esta noción fue impuesta por una lógica cuya definición y uso del tiempo es esquematizada como una línea. La postulación del concepto de tiempo actual se estableció como un punto intermedio entre el principio y el final y su punto de referencia fue la venida de Cristo.


 
De acuerdo al principio del tiempo lineal, el tiempo se mueve desde el pasado al presente y al futuro. Es resultante de las experiencias humanas del nacer, vivir y morir y de la creencia de que el tiempo es parte del todo, de la misma creación, que  es como el espacio que nos contiene, que es infinito y eterno. La noción del tiempo lineal se impuso para hacer hegemónico y homogéneo una temporalidad unívoca y jerarquizada. El ser humano pasó a ser un esclavo del tiempo por cambiar a una visión de progreso futuro, para el que hay que trabajar para simplemente subsistir (por lo menos la mayoría). De esta manera nos negamos la vida, muchas veces olvidándonos completamente que toda manifestación de la naturaleza es cíclica. Lo que sucedió fue que perdimos la visión de los Ciclos Eternos, perdimos la armonía con los ciclos de la naturaleza y del cosmos, nos extraviamos completamente. Por algo nos preguntamos en qué consistes la temporalidad en el paisaje, porque ya no encarnamos ni nos son vitales estas premisas.

Podemos afirmar que toda manifestación de la temporalidad en el paisaje corresponde a una temporalidad cíclica; nuestro planeta es esférico y su órbita es cíclica. Lo percibimos con los cambios de estación, los patrones de clima, el movimiento de los sistemas del agua y del aire, los ciclos reproductivos de las especies. Aún las historias de sociedades humanas devienen en patrones cíclicos.


Temporalidad cíclica


En las primeras etapas de su evolución, nuestros ancestros tuvieron que ajustarse a una profunda interacción con la naturaleza, se sabían a sí mismos sometidos a las leyes naturales o no sobrevivían. Su supervivencia dependía de la sincronización de la actividad humana con los ciclos de la Naturaleza. Tuvieron la necesidad de hacer observaciones y ejercicios de abstracción para imaginar y concluir que el tiempo estaba en función de esos ciclos, con sus procesos naturales recurrentes; que el tiempo yacía intrínseco a cada uno de los sucesos que ocurrían en la naturaleza; el día y la noche, las estaciones del año, los tiempos de sequía y lluvias. De allí que con miles de años de experiencia tuvo que ajustarse a los acontecimientos de su entorno y encontrarse que habían recurrencias rítmicas o periodicidad en diferentes escalas, tanto la macro (por ejemplo: la Tierra tarda un año en dar la vuelta al Sol) como micro (la Tierra tarda un día en girar sobre sí misma). Pudieron llegar a la conclusión de que la vida es un fenómeno rítmico e inclusive plantear nociones más complejas; somos herederos de la idea de una temporalidad cíclica, por ejemplo, dentro de la concepción que da cuenta de una repetición sucesiva de la historia. Todos los acontecimientos mundo natural observable tenían lugar dentro de diversos ciclos, y esta percepción estaba más arraigada en las culturas agrícolas, cazadoras y recolectoras.


Representación de la temporalidad cíclica.







Esta es una representación el Uróboros, es un símbolo que aparece repetidamente a lo largo de al menos los últimos 3000 años en distintas formas y culturas representando los ciclos naturales de destrucción y creación. Es un concepto que los alquimistas usaron para representar la naturaleza cíclica de las cosas, el eterno retorno de todo. El tiempo era como una gran rueda que siempre estaba girando, denotando la repetición sucesiva de la historia. (2)


Temporalidad cíclica y paisaje


El paisaje está en relación con nuestro entorno primordial, es la referencia directa del ser humano, y es regido en muchos aspectos por fenómenos cuya temporalidad es cíclica. Desarrollamos muchos procesos vitales en el día a día, en la inmediatez, pero tenemos presente que hay otros plazos que hemos programado para que coincidan con los ritmos naturales y cósmicos. Las sociedades primordiales tenían una concepción del tiempo relacionado a los ritmos celestes, ordenaban toda manifestación de lo vivo, y  lo socio-cultural debía someterse también a estas nociones de temporalidad. Todos los fenómenos y procesos naturales son manifestaciones de factores dinámicos que existen en el espacio y en el tiempo. Hemos aprendido a adecuar y dar continuidad a lo terrestre en función de lo celeste, con muchos de sus fenómenos astronómicos siendo parte de los acontecimientos que festejamos y ritualizamos; por ejemplo los ciclos estacionales de la Tierra que se han observado formalmente desde la aparición del hombre.


Los ciclos del planeta y el humano


Varios ritmos integrados en el ser humano se suceden debido a los movimientos de la Tierra con respecto al Sol, como la fuente de energía que hace posible que en la atmósfera se produzca la temperatura necesaria para la vida. Con una inclinación del eje rotación terrestre sobre su plano orbital, la Tierra se traslada alrededor del Sol describiendo una órbita elíptica, acontecen los equinoccios y solsticios, con sus manifestaciones biológicas concretas, el rebrote y la floración estacional, los ciclos reproductivos de las plantas. Se generan grandes cambios climáticos estacionales como las precipitaciones que son el resultado del ciclo del agua, ligado a la rotación y traslación de la Tierra que describe la presencia y el movimiento del agua en la Tierra y sobre ella.


Patrice Guinard, asegura que la temporalidad se afirma en los diversos esquemas repetitivos; periodicidad, alternancia, sincronización. Con la periodicidad cada ciclo se desarrolla siguiendo un proceso preciso, ordenado, equilibrado en sus menores partes, infinitamente reiterado. La alternancia, dice, es la relación intrínseca entre los momentos sucesivos de un ciclo, es la sucesión repetitiva, esperada, de transformaciones interdependientes. La sincronización es la relación entre los momentos simultáneos de diferentes ciclos, es la constatación de la simultaneidad repetitiva, esperada, de estos momentos. (3)

Hay periodicidad en el ciclo y esto constituye un ritmo. El ritmo como el equilibrio de series alternativas y síncronos. La idea de regularidad define el ritmo, la repetición de un patrón regular en el tiempo. En su raíz griega (rheos, fluir), se marca una relación directa con el movimiento. Movimiento, orden y periodicidad están en relación con ritmo. "El Ritmo es al tiempo lo que la Simetría es al espacio" dijo Francis Warrain. (4)

Los ciclos de la lunación con relación a la amplitud de la marea, las fases lunares determinan el movimiento interno de los fluidos (savia) de las plantas y períodos alternados de crecimiento y conservación. Los calendarios primitivos eran principalmente calendarios lunares. etc.

Cualquier ajuste humano a la temporalidad refiere principalmente a unos ritmos integrados por su sistema neuro-psíquico que responden a los ciclos diarios, y que han evolucionado para metabolizar la luz.  Los ritmos del entorno sobre todo los ritmos planetarios diarios, son operados por mecanismos receptores, que son moléculas descubiertas por la ciencia, como los llamados genes circadianos. Estos genes se han descubierto y se rastrean por investigadores en ratones, en algunos hongos y el humano. Estas moléculas, diferentes para especies vegetales y animales  juegan un papel en la conducción del ritmo diario.

El ciclo circadiano

Los seres humanos y la mayoría de las especies sobre el planeta respondemos a algunos determinantes, como los marcadores del ciclo de luz-oscuridad. Este es el mayor sincronizador para prácticamente todas las funciones metabólicas que están influenciadas directa o indirectamente por la presencia o la ausencia de luz; el día y la noche. En el ser humano los mecanismos neurológicos que regulan su reloj biológico se encuentran en el hipotálamo cerebral y son regulados por una sustancia sensible a la luz denominada melatonina producida en el cerebelo. Esta es una hormona que proporciona el mecanismo para el control del tiempo, y que regula el sueño, (se correlaciona negativamente con la serotonina: ya que funciona al revés, presenta niveles altos durante la iluminación y bajos durante la  noche). A este se le llama ciclo circadiano. (5)

El ciclo circadiano es un “reloj biológico” que tenemos incorporados casi todos los organismos vivos, desde las bacterias hasta los humanos, donde opera sincronizado 24 horas/día. Determina el ritmo de los cambios físicos y fisiológicos que ocurren en condiciones constantes y que se presentan en oscilaciones espontáneas en  periodos cercanos a las 24 horas.  Un ritmo circadiano es una condición específica que se repite todos los días a la misma hora. La palabra se deriva del latín “circa” que significa alrededor y “diem” que significa día.

Esto se ha tratado de entender desde muchos ángulos y es gracias al conocimiento completo del genoma de un vegetal llamado Arabidopsis thaliana, el de los insectos del género Drosophila (mosca de las frutas) y de ratones de laboratorio, que se ha llegado a un mejor conocimiento de las regulaciones fisiológicas y metabólicas, inducidas por la fotoperiodicidad del ritmo circadiano en plantas y animales. Ambos organismos comparten los mecanismos moleculares  fotoreceptores del procesamiento de la luz en el ciclo día/noche, pero aunque  se muestran muchas homologías entre animales, cianobacterias, hongos, insectos y plantas, al mismo tiempo se sugiere que las especies han evolucionado independientes una de otras. Se trata de una sincronización evolutiva que se ha demostrado gracias a que se identificaron distintas moléculas fotosensitivas, los fotoreceptores que metabolizan de la luz y que actúan como intermediarios entre los factores ambientales y la "maquinaria del reloj" circadiano. (6)

La gran sincronización de todos los ciclos circadianos.

Todos los seres vivos que compartimos este momento de la evolución histórica estamos adaptados a sus fluctuaciones naturales y a la esencia viva de la Tierra. Estamos ligados y en sincronización biológica con ella y en simbiosis con el medio ambiente. Hemos evolucionado hasta una biología especialmente adaptada para vibrar y sintonizar los ritmos y ciclos del planeta Tierra. La perfecta comunicación y sincronía con la vibración del planeta es parte de la natural y necesaria interacción de la humanidad. 

Nuestros ritmos vitales dependen de este ser maravilloso llamado Tierra y se estudia de manera consistente a la atmósfera y la biósfera de nuestro planeta ya que tiene millones de años en que se comportan como un todo coherente. No podemos por tanto hablar de temporalidades separadas de lo físico-espacial, sino de una sincronización maravillosa con un gran mecanismo biológico del que formamos parte. Lo que tarda la Tierra en completar una rotación alrededor de su eje, es lo que llamamos un día, y dura 24 horas durante las cuales siempre hay una cara iluminada por el Sol en la que es de día, y la cara opuesta oscurecida que es la noche. Hay sistemas complejos en nuestro cuerpo encargados de recibir e interpretar los estímulos que captan nuestros sentidos, otros se encargan de activar al organismo, suelen funcionar durante el día o al contrario relajar el organismo y son los que funcionan por la noche. 

La noción de temporalidad diaria es de los aspectos fundamentales para los seres humanos. Este fenómeno es tan intenso que produce el efecto de activar cada día nuestro umbral absoluto de todos los sentidos. Cuando esto sucede le llamamos percepción, que hace referencia a la manera de interpretar la información que recibimos a través de los órganos de los sentidos de nuestro organismo. Así que como seres vivos estamos unidos al medio ambiente en una sola naturaleza, la de la Tierra, somos su conciencia, o mejor dicho somos la conciencia de Gaia  (como la nombró el novelista William Golding, premio Nobel de Literatura). 

El ciclo circadiano nuestro es parte de un todo, el todo se concibe como la suma de todas las partes. Somos parte de un superorganismo del que hemos ignorado sus necesidades básicas gracias al etnocentrismo que domina nuestro pensamiento.

La percepción de la luz

Una de las más sofisticadas interacciones que cualquier organismo biológico tiene con su medio ambiente puede ser la percepción de la luz. El biólogo molecular de la NAI, Michael Cummings, nos ofrece un entendimiento de la delicada conexión entre el mundo molecular y el mundo alrededor de nosotros – entre el organismo y su medio ambiente-, estudia una de las más básicas interacciones; la percepción de la luz y del color en animales y seres humanos. Sus conclusiones indican que existe una familia de proteínas denominadas opsinas, las cuales son responsables de las reacciones celulares iniciales involucradas en la percepción de la luz.

Localizadas en las membranas celulares de la retina en una amplia gama de organismos, las opsinas son los “ojos” de esa familia proteínica. Las opsinas están químicamente unidas a una molécula denominada retinal (un tipo de cromóforo), que es un derivado de la Vitamina A. La molécula de opsina forma una bolsa tridimensional en la cual se asienta el cromóforo. Este emparejamiento molecular, llamado el complejo opsin-cromóforo, es responsable de la percepción de la luz.

El cromóforo absorbe luz, cambia de forma y a su vez causa que la opsina cambie de forma. Se inicia toda una serie de reacciones moleculares dentro de la célula, denominadas cascada de señales, que dan como resultado que las células de la retina envíen una señal eléctrica a la parte del cerebro responsable de la percepción de la luz, el tectum en los humanos. Como resultado, dice Cummings, “creemos que vemos algo.” (7) La detección de la luminosidad por los ojos, y no la percepción de la luz que permite la visión, regulan el reloj biológico y junto con la síntesis de melatonina que sus propios fotoreceptores especiales se da la maravilla de una percepción regulada por la luz.

La glándula pineal y su marca de los ritmos circadianos

El ritmo circadiano de síntesis y secreción de melatonina por la glándula pineal es común a todas las especies de vertebrados, y, al menos en mamíferos incluyendo el hombre. La melatonina se considera una neurohormona producida por los pinealocitos en la glándula pineal.

Una de las características más sobresalientes respecto a la biosíntesis pineal de melatonina es su variabilidad a lo largo del ciclo de 24 horas, y su respuesta precisa a cambios en la iluminación ambiental. Se sabe de su influencia en la regulación de los ciclos del sueño y la vigilia.  El ciclo del sueño se ve favorecido por la segregación de la melatonina que es sintetizada por la glándula pineal. Como la luz es inhibidora de la síntesis de melatonina, su producción se realiza durante la noche en reacción a la oscuridad.

La melatonina forma parte del sistema de señales que regulan el ciclo circadiano, pero, es el Sistema Nervioso Central quien controla el ciclo circadiano en la mayoría de sus componentes de los sistemas paracrino y endocrino, más que la melatonina en sí. (8)

Para la ciencia actual la glándula pineal es todavía una región relativamente inexplorada, se localiza en torno al centro del cerebro. Esta glándula ha perdido (para el ser humano) la capacidad de detectar la luz directamente, pero todavía responde a la luz y a la oscuridad gracias a que ha evolucionado una conexión neuronal desde los ojos. Se sabe que contiene vestigios de una retina y parece operar como transductor magnético (algunos reptiles cuentan con un tercer ojo parietal fotosensible que les permite usar al Sol como compás; las aves son capaces de “ver” el campo magnético a través de fotorecepetores que se encuentran en la glándula pineal). La glándula pineal podía ser un órgano para percibir una luz invisible (un campo magnético, por ejemplo). La cavidad de resonancia Schumann de nuestro planeta, es captada por la glándula pineal que tenemos los humanos en el cerebro, la que sincroniza su vibración con la de la Tierra, y marca nuestros ritmos circadianos. (9)

Las células pinealocitas en muchos vertebrados no-mamíferos son similares a las células de la retina. Las células pineales en todos los vertebrados comparten un ancestro  evolutivo en común con las células retinales. Es un componente fundamental del reloj biológico en todas las especies de vertebrados ya que es capaz de producir y liberar melatonina, sustancia cuya liberación es determinada por la cantidad de luz que recibe el cuerpo y sus concentraciones que varían de acuerdo al ciclo diurno/nocturno. (10) Lo verdaderamente importante de estos estudios es que hay una gran sincronización de todos los ciclos circadianos. Todos los seres vivos se sincronizan con nuestro planeta para garantizar su salud y su equilibrio. La vida regula y condiciona el medio ambiente y éste condiciona la vida. Esta visión la tuvo el científico inglés James Lovelock en otoño de 1965 cuando trabajaba en la NASA.



Estudiar y objetivar sus ciclos ha sido un imperativo para el ser humano y lo hacemos a través de diferentes procesos. Los ritmos biológicos humanos se relacionan con los estados de conciencia y esto tiene importantes variaciones durante el día. Contamos con un estado subjetivo de la mente, cualitativo y unificado al que llamamos consciencia, que aporta la flexibilidad al comportamiento. La conciencia del espacio y del tiempo se basa en cualidades subjetivas y sensoriales de las experiencias individuales que componen la experiencia consciente. Pertenecemos a un tiempo y a un espacio, en sincronía con el individuo y su forma de percibirlo.

Dentro de los ritmos que ocurren una vez al día está el “baño de cortisol”, es la hormona de las glándulas adrenales que refleja los niveles de estrés. Su ritmo circadiano inicia con la salida del sol al amanecer, llega a su punto más alto alrededor de las 9 a.m. y de ahí comienza su lento descenso hasta alcanzar su nivel mínimo alrededor de las 6 p.m. con la puesta del sol, para subir de nuevo a las 6 a.m. con el amanecer. El momento reservado para regeneración física es el comprendido entre las 10 p.m. y las 2 a.m.


No podemos desligar el concepto de temporalidad de los hechos, a los que dedicamos nuestro tiempo y que nosotros llamamos “vida”. Es en la gestión del tiempo donde depositamos nuestro proyecto de vida y muchas veces depende de los plazos, los imprevistos y las urgencias que nos asignan o asignamos para el cumplimiento de nuestras funciones vitales, las tareas cotidianas y para el logro de muchas metas u objetivos que nos proponemos a corto, mediano o largo plazo. En nuestra condición humana nos reconocemos como seres temporales disfrutando y transformando permanentemente el paisaje. Su temporalidad es un hecho vivencial y de allí la necesidad de definirlo, interpretarlo, cuantificarlo, repensarlo, de manera que lo vivamos tal como lo concebimos, tal y como nos aparece en este momento único e irrepetible, el eterno presente. (continuaré con este tema en otro artículo)




Escape literario; Una interpretación de la temporalidad en el crepúsculo vespertino:


“El silencio de la montaña ocurre en ese momento… “cuando el día ya no es día y la noche aún no llega”, como dijo poéticamente un poeta costarricense; don Julián Marchena… Durante ese momento acontece algo enigmático; cuando ya el crepúsculo auguraba el reino de las sombras, un último resplandor, el más fulgurante antes del descenso de las tinieblas, ostenta una brillantez inusitada. El firmamento palpita con una intensidad dorada y se posesiona hedonistamente de toda la bóveda celestial. 

Para los árboles es un momento clave que les hace cambiar toda su química corporal y energética. Casi todo el reino de las plantas ha superado la fase luminosa de la fotosíntesis. Ya las longitudes de onda cercanas al verde refractado abandonan cada cloroplasto y entran en una fase oscura. Es el proceso biológico más importante de la Tierra que está sincronizado con estos cambios medioambientales. La maravillosa creación hace que se conecten unos genes osciladores en cada parte vegetal. Mediante una activación directa los regula reprimiendo su expresión alternadamente; entre lo diurno y lo nocturno. Todo el bosque está en sincronía con este reloj circadiano que regula cada uno de sus ciclos vitales. Durante todo el año nos regimos por los ritmos y periodicidad de su mecanismo biológico.

Nuestra Madre Tierra es un ser vivo que ha evolucionado en amplios ciclos, ritmos y pulsaciones, renovando la vida constantemente, auto-regulándose y protegiéndose a sí misma y a todo lo que acoge. Todos los seres vivos están adaptados esas fluctuaciones naturales y a la esencia viva de la Tierra, en simbiosis con el medio ambiente.

La luz atenuada del ocaso precede al despertar de los seres que necesitan y prefieren las sombras de la noche. Mientras unos salen de su letargo para incorporarse a la vida noctámbula, otros están desdibujando su actividad en el descanso de sus voces, en el mandato que dicta el reposo.Este es el vaticinio de ese soplo que sugiere esa calma aparente en todos los bosques.

Eso no lo había notado antes, básicamente porque la vida citadina nos absorbe, y nos hemos despojado de la sensibilidad de reconocer estas diferencias maravillosas que se suceden en el día, los meses y el año. Para algunos de nosotros, es hora de replegarse y descansar. Para mí es como  un prólogo taciturno antes de retirarse para gravitar supinamente en nuevos portales dimensionales.

Este es un momento en el bosque en que todo parece detenerse, es una quietud contenida, porque cada ser transita al final o al inicio de su jornada. Unos buscan el refugio del descanso en el silencio, antes de que el sueño venga. Otros inauguran su despertar acogidos por los susurros adormilados. Es una coyuntura clave del día donde un nuevo orden se instaura, animando a los noctívagos y adormeciendo y sosegando a los que concluyen su jornada diurna. Todos los residentes del bosque buscan y crean este silencio cómplice de la montaña. Es un sigilo denso e inabarcable, como un impase entre los buscan el reposo y los que se despabilan para sobrevivir la oscuridad. Todo esto antes de que el letargo se apropie de quienes soñamos o de quienes con sus fotoreceptores admitan que ya no gobierna la luz.

Ahora es cuando finalmente se ha establecido la noche con sus sonidos particulares identificables que ya todo presagiaban el retorno de los habitantes de la noche y se establece con más notoriamente un grillar generalizado pautado sobre el continuum de las sombras. Se puede abstraer de todos los sonidos del bosque una vibración que no proviene directamente de las voces de los seres nocturnos….”