lunes, 16 de mayo de 2011

ARQUITECTURA DE PAISAJE MINIMALISTA

El minimalismo en el diseño de paisaje vino a replantear muchos criterios estéticos en que se había basado todo el paisajismo previo. Porque está construido sobre todo con “ausencia” de elementos y “espacio vacío”. Esto entre comillas porque en realidad esta economía de medios le da una gran fuerza expresiva, se depura la composición dejando en el camino muchos recursos o trucos para llamar la atención del observador. Es austero en el color, poco proclive a los contrastes llamativos, no hace uso de ornamentación. Está reservado para el observador que disfruta del balance y el equilibrio que se permite una cierta “paz interior”. Puede ser a la vez una obra de magnífica síntesis en el diseño y una alta calidad estética.  Su lectura es clara para quienes tienen la capacidad de aprehender de la abstracción, del purismo elemental y los que se permiten un recreo para los sentidos por condiciones como el silencio, la nitidez  y el vacío. 

El minimalismo es una tendencia surgida en Estados Unidos en la década de los cincuenta pero se consolidó a partir de 1965. Aunque pueda parecernos que este movimiento se deriva del arte abstracto de jardinería zen japonesa, no es así, procede de un planteamiento original americano surgido como reacción al Arte Pop, al subjetivismo y la exacerbada carga emocional propia del Expresionismo Abstracto. Sus orígenes pueden estar anclados en Europa, en las primeras ideas del arquitecto alemán Ludwig Mies Van Der Rohe, quien elaboró sus espacios sintetizando las formas hasta llegar a la pureza del espacio. También está el antecedente de la pintura suprematista de Malévich. Se trata de un arte sin función ideológica, sin función utilitaria, el arte por el arte, sin más contenido.
Según el diccionario de la real academia española (RAE), el minimalismo es una corriente artística que utiliza elementos mínimos y básicos, como colores puros, formas geométricas simples, materiales naturales, lenguaje sencillo, etc.
El minimalismo es conceptualmente opuesto al colorismo del Pop, a la importancia dada en este tipo de arte a los medios de comunicación de masas, al fenómeno de lo comercial basado en la apariencia. El minimalismo es la sencillez, la economía expresiva, la simplicidad de sus formas, líneas puras, espacios despejados y colores neutros. Es sobre todo la sobriedad lo que genera un ambiente con gran sentido del equilibrio y la armonía. Ya con estos criterios estéticos se puede ver el potencial que tiene para el diseño de paisaje, y de hecho surge como uno de los movimientos más consistentes de la arquitectura paisajista actual.

El término minimalismo fue aplicado por primera vez por Richard Wolheim en un artículo de la revista Arts Magazine en el que, citando obras de Duchamp, Reinhardt y algunos artistas Pop, defendía la intervención mínima de los autores. Se debe, sin embargo, a Ad Reinhardt el famoso “menos es más”, que se convirtió en la consigna fundamental del movimiento.

Algunos de los artistas hicieron trabajos que mostraban una gran obsesión por el orden, la pureza plástica y la claridad. Siguieron un proceso reduccionista que llevaría a la pintura y sobre todo a la escultura hacia sus formas más simples, y esenciales. Este movimiento marcó profundamente las bases de creatividad de arquitectos, paisajistas, escultores, pintores y demás diseñadores, incluso a los músicos a lo largo del siglo XX.

Son destacables las obras del artista Donald Judd, que también fue uno de los más influyentes teóricos del minimalismo. Creó unas piezas geométricas elementales y neutrales, a las que se les denominó: “estructuras primarias” ya que el autor intentó eliminar cualquier valor semántico, emotivo o simbólico, pudiendo verse tales obras como un arte frío, impersonal y de connotaciones industriales. Los escultores minimalistas encargaban sus obras a industriales y trataban de no participar en el proceso para que en la pieza no hubiera «ningún rastro de humanidad». Uno de los factores que lo identifican es la forma en que el objeto u objetos establecen una relación con el espacio que lo rodea y con la luz que incide sobre él. Se recurre muchas veces al arte seriado para conseguir el deseado efecto de orden y simplicidad.

La arquitectura paisajista es uno de los campos donde la aplicación de sus principios de diseño se muestra en el trabajo de muchos adeptos a ésta corriente, y mucho más cuando hay arquitectura relacionada espacialmente y que se estructura con los mismos principios. El Arte Minimalista tendría una profunda influencia en los arquitectos paisajistas de la década de 1960 como Peter Walker, Martha Schwartz, y Hideo Sasaki.

Los jardines minimalistas son raros de ver en nuestro medio porque la gente los asocia a una arquitectura de la misma categoría. Las construcciones de este tipo pueden aparecer además “exóticas” en países tropicales como el nuestro, donde predomina la biodiversidad y hay que trabajar mucho para conservar “limpios” los espacios al aire libre. El énfasis a las líneas nítidas a las formas y los volúmenes puros, un concepto preciso y un profundo sentido del espacio es lo que más se disfruta el observador atento. Muchos de estos jardines se destacan por la forma cuidadosa y limpia con que se relacionan, al mismo tiempo, con las edificaciones a la que están asociados y/o con el paisaje del entorno en el que se sitúan.

Características del minimalismo que se aplican al paisajismo:

          Sencillez.
          Abstracción.
          Economía de lenguaje y medios.
          Uso literal de los materiales.
          Austeridad con ausencia de ornamentos.
          Purismo estructural y funcional.
          Orden.
          Geometría Elemental Rectilínea.
          Precisión en los acabados.
          Reducción y Síntesis.
          Concentración.
              
Como se puede deducir, estos principios se han aplicado de una manera consistente en todos los ámbitos del paisajismo, sobre todo en obras que requieran muy bajo mantenimiento, o con condiciones extremas, como muy poca luz o suelos poco convenientes, en los que se necesita la austeridad de uso vegetal .  La limpieza de elementos compositivos que expresa una idea conceptual con alta calidad estética, puede ser una opción cuando se cuenta con un presupuesto limitado. Aunque los puede haber muy sofisticados y por tanto caros. Esta es una opción viable y el rumbo de un tipo de paisajismo donde prima el mejor aprovechamiento de los recursos. El minimalismo es sobre todo “concepto” que hay que interiorizar para comprender su sentido.


El escultor Simon Allison ha diseñado para este jardín una nueva propuesta de utilización del agua proporcionando  altura y movimiento mediante la producción de veinticuatro vástagos de un Philodendron acero inoxidable con hojas de bronce. Se mecen suavemente con el viento y el sonido del agua que gotea de las hojas refrezcan las tardes calurosas. Kiftsgate Court Gardens, Inglaterra,  son una serie de de jardines interconectados, cada uno con su carácter singular y algunos de ellos secretos.




RICHARD HAAG (n. en 1923)

    
Richard Haag, ha investigado la relación espiritual entre la biología de los bosques y los mecanismos de la jardinería clásica. Haag pasó unos años en Japón y la influencia del Zen es patente en la formalización de sus jardines, traduciendo a los Estados Unidos una tradición milenaria de aquél país. Los cuatro jardines preparados por este paisajista en la década de los 80 para la Reserva Bloedel en Seattle, nacen de esta integración de varios mundos en las que relación entre lo natural y lo artificial son el fundamento básico de la concepción espacial y estética.




El minimalismo y la expresión de lo sagrado. Estanque reflectante, Reserva Bloedel. Richard Haag y Thomas Church 1987.
La Reserva Bloedel es un jardín forestal de 0,6 km2 en Bainbridge Island, Washington, EE.UU., realizado por el vicepresidente de una empresa maderera, bajo la influencia del movimiento de conservación y de la filosofía oriental.




La casa de té y un jardín japonés son sólo dos de muchos lugares de interés de la Reserva de Bloedel.

La Reserva Bloedel contiene tanto paisajes naturales como jardines muy estructurados, lagunas, superficies de césped inmaculado, bosques, un jardín de rocas, un jardín Zen, un jardín de musgo, un claro con rododendros y un jardín de agua para reflexión diseñado con la asistencia de los arquitectos de paisaje Richard Haag y Thomas Church.

jueves, 5 de mayo de 2011

El concepto de Paisaje y su Calidad.


Foto de Guillermo Chaves H.

El paisaje y su percepción


El concepto de paisaje es personal, de un entorno primordial humano vivido y que es su referencia directa. El paisaje es la impresión del mundo exterior por los sentidos y una interpretación de esas sensaciones. Pertenece a un tiempo y a un espacio, en sincronía con el individuo y su forma de percibirlo. La percepción pertenece a la persona, a su mundo individual, se da en el ahora, que es el continuum del presente. Es también un proceso psicológico en que el individuo interpreta su entorno vital y crea un conocimiento. Es una cualidad del humano poder capturar los estímulos externos que ofrece su entorno para descubrir, organizar y recrear todo lo que le rodea adquiriendo conciencia de la realidad por medio de la percepción.

Valle Central de Costa Rica, en las montañas al Sur del Valle Central. Los conocidos como Cerros de Escazú y su pie de monte. Foto de Guillermo Chaves H.

El paisaje también es cultural.  El ser humano es su configurador y al mismo tiempo es un sujeto receptor de este paisaje. El paisaje refleja el bagaje cultural del sujeto que lo percibe. Es su proyección espacial, con las adaptaciones que  realiza al sistema ambiental para hacer el espacio habitable para el individuo y la sociedad en que se inscribe. Generalmente manifiesta su estilo de desarrollo y el estilo de vida de las personas y los pueblos que lo habitan. La calidad o falta de ella en el paisaje es el resultado de la evolución recíproca entre el ser humano dentro de su vida en sociedad.  Es un configurador insaciable del planeta que ha transformado para bien y/o para mal aspirando a una mejor “calidad de vida”. Al final es un hecho demostrado que la pobreza e ignorancia son incompatibles con la calidad ambiental. Pero el impacto global es mayor al crearse una sociedad de consumo, insatisfecha y desechable. Hemos ignorado “conscientemente” que todas las formas de vida con que compartimos el planeta son sujeto de derecho, que la Tierra es un ser vivo, y es nuestra responsabilidad  protegerla y preservarla.

Foto de Ricardo Chaves H.

Volvemos a tener a la percepción como el acto humano fundamental que; interpreta, re-configura mentalmente, define y valoriza su espacio vital. La estética del paisaje está ligada indisolublemente al proceso de percepción del ser humano. En el campo de la estética, todos los métodos de aproximación remiten a la percepción. Sin percepción no existe ni recepción, ni emisión de obra de arte. (Frances, 1985) De igual manera, el medio se hace “paisaje” solo si alguien lo percibe, y su calidad estética es una valoración del individuo y su entorno social.

La calidad estética del paisaje
La calidad estética del medio en el cual vivimos es una aspiración de todos los habitantes en cualquier lugar, ya que la belleza es un factor de influencia decisiva para su salud anímica, y su flagrante sobreexplotación es contraproducente e insensata. Kevin Lynch reconoce la importancia de estas experiencias al hablar de la “calidad sensible”, es decir, la calidad de las impresiones sensibles. Se refiere a un tema muy amplio de todo lo que el ser humano siente y percibe, que conforman las pautas que construyen la calidad que afectan nuestro bienestar inmediato. Para él, el medio ambiente es un recurso estético si sus rasgos naturales o culturales consiguen promover una o más reacciones sensoriales de aprecio por parte del observador. “Los efectos estéticos son solamente una parte del espectro total de sensación, aunque estén presentes en cualquier acto de percepción” (Lynch, 2001). Es muy obvio para un país tropical como el nuestro que hay una calidad intrínseca en nuestro entorno natural, es de hecho nuestro recurso más valioso y del cual debemos sentirnos orgullosos de preservarlo y reparar los daños hechos. Es también una contradicción notoria que la calidad urbana de nuestras ciudades diga tan poco de la diversidad cultural y ecológica (a lo mejor por incomprendida), y que tengamos que definirla como carente y antiestética. Con algunas excepciones  de sectores o barrios.


Foto de Guillermo Chaves H. Valle Central de Costa Rica

La aspiración humana por construir espacios, y reconstruir su paisaje circundante es casi una necesidad para realizarse como individuo en sociedad. Muchas veces estas modificaciones un gran impacto ambiental y cambian radicalmente el entorno. También la sumatoria de muchos impactos crea un impacto que a veces es mayor que la suma de impactos menores, al tratarse de un ecosistema en el que todo está interconectado, es sensible a la pérdida de la continuidad de una de sus factores.  El paisajista busca (en la mayoría de las ocasiones) relaciones armónicas diferentes a las que encuentra en su ambiente y reducir a su mínima expresión estos impactos negativos. Lo natural y lo silvestre es, aunque no lo parezca, ha sido históricamente el reto a vencer por desconocido e ignorado. Hoy compartimos otra visión, y estamos adquiriendo las habilidades y el conocimiento para que "sanar" las heridas que nos sean posibles hechas al ambiente. Los seres humanos tenemos la capacidad de transformar radicalmente el paisaje. Un parque o jardín es una forma de delimitar un sector donde la naturaleza se controla y se crean formas para el goce y solaz de nuestros sentidos. Estas actuaciones humanas deben aspirar a ser una actividad reparadora del ambiente en deterioro e inspiradora de una sociedad más equitativa y pluralista.


Foto de Guillermo Chaves H. Valle Central de Costa Rica

Muchas de nuestras acciones como profesionales paisajistas aspiran a propuestas con cambios significativos para la percepción, y a tener calidad estética a través de un concepto subyacente. El concepto se define como una unidad cognitiva de significado o unidad de conocimiento, una idea abstracta o mental de nuevas relaciones en las formas de expresión. Es una abstracción que en nuestra mente explica o resume experiencias, razonamientos, imaginación y que se traduce en un concepto, un concepto artístico.  

Las implicaciones estéticas de todo este proceso perceptivo son profundas y devienen en la expresión de la creatividad. La experiencia estética es una clase especial de reacción dialéctica dentro de la mente a un estímulo externo, sobre el cual la mente sobrepone sus patrones culturales y la coherencia. Cuando la coherencia abarca ambas respuestas, la figura o elementos construidos o plasmados desde la corteza y el sistema límbico, el resultado es de una "gran amplitud estética", una experiencia con un componente fuertemente emocional. (Martínez, 1992).


Foto de Guillermo Chaves H. Valle Central de Costa Rica

El arquitecto paisajista tiene a su disposición muchos de los elementos que, bien manejados, dan a las áreas verdes su expresión y fisonomía. El profesional puede recurrir a muchos recursos de diseño para establecer o restablecer armonías y equilibrio, un equilibrio que tiene que mantenerse en el tiempo siendo solo posible si se dejan regir los dictados de la naturaleza.  Esta capacidad de dominar el espacio hace que logremos escala y proporciones afines al ser humano y que su entorno aspire también a la máxima calidad estética.

Frances, Robert. Psicología del arte y de la estética. Ediciones Akal. España
Lynch, Kevin. (1992). Administración del paisaje. España: Grupo Editorial Norma.
Jennifer Ackerman, Parques Urbanos, Verdor para el espíritu. National Geografic Octubre del 2006
Alva Martínez, Ernesto. (1992). El color en la Arquitectura Mexicana. México: Litoprocess S.A